Beaviajera

Existen sueños viajeros cumplidos. Aquellos que después de tiempo deseándolos logras conseguir realizarlos. Y con esta tremenda ilusión me embarqué en un viaje a México para conocer dos de los estados más atractivos de la república: Oaxaca y Chiapas. Quince días recorriendo uno de los países más atractivos del mundo. Soñaba con transformarme en catrina por un día y el sueño se hizo realidad. Estas son las emociones vividas en el Día de muertos, una experiencia inolvidable.

El Día de Muertos es la fiesta más celebrada en todo México. Desde el 31 de octubre hasta el 2 de noviembre tienen lugar actos con la finalidad de recordar a las personas queridas que desaparecieron. Las ceremonias estrictamente católicas se celebran en algunas localidades, aunque lo más extendido son los ritos sincréticos en que se mezclan las creencias prehispánicas con las importadas por los conquistadores. No hay que olvidar que los mayas y aztecas ya dedicaban semanas a los difuntos. Los lugares en donde las celebraciones son más creativas y coloridas tienen lugar en los estados de Oaxaca y Chiapas, entre otros. 

En esos días de finales de octubre, todo el mundo anda muy atareado construyendo guirnaldas de cempasúchiles, las caléndulas de color naranja que lo invaden todo y elaborando Pan de Muertos, muy típico en esos días, y otras golosinas para usar en los altares. 

Mercado de Zaachila

«Vamos a ir al mercado a comprar lo que necesitamos para hacer un altar», comentó una simpática oaxateca que nos guió durante nuestra visita a la Villa de Zaachila, localidad ubicada a 15 kilómetros de Oaxaca. Su nombre en zapoteca significa «Primera hija de la tierra». Vamos transitando entre los puestos que exhiben flores, uno de los elementos básicos en un altar, principalmente cempasúchiles y flores de terciopelo de un granate rabioso.

Velas, calaveritas, frutos secos, botellas de mezcal – el aguardiente de agave típico de esta región- también se incluyen en nuestra cesta de la compra. La experiencia resulta agradable, hablando con las indígenas que atienden los puestos y disfrutando de un magnífico ambiente y colorido, porque si algo tiene este país es color. México es el país que cuenta con mayor número de nativos en América Latina y me recuerda a mi viaje por Guatemala, otro país con una elevada población indígena. 

Con nuestra compra finalizada, nos acercamos al cementerio de Zaachila. Un gran arco de cempasúchiles te dan la bienvenida. Los panteones ya están decorados con flores y preparados para el Día de Muertos una experiencia inolvidable. Hoy es 30 de octubre y ya falta muy poco para recibir a la ánimas de los difuntos. Podemos ver algún altar ya finalizado con todos los elementos en honor a los muertos de la familia. 

Construyendo un altar de muertos

El altar de muertos es un elemento fundamental en el conjunto de tradiciones mexicanas del Día de Muertos. En las casas, los cementerios, restaurantes, locales, en todos lados se instalan altares domésticos en honor a los difuntos de la familia, en donde encontramos diversas ofrendas y objetos de uso cotidiano del difunto junto a una foto suya. Esta construcción simbólica es el resultado del sincretismo prehispánico, la visión endémica de las culturas mesoamericanas  y las creencias religiosas cristianas traídas por los misioneros españoles. Una mezcla inédita y sorprendente en la que tengo el privilegio de participar.  

Llegamos a la casa en dónde vamos a construir el altar y en la que previamente hemos almorzado comida tradicional mexicana: tamales con agua de chía e hibisco y de postre chocolate (con cacao, azúcar y canela) servido en bonitas tazas de barro. «Hay que chopear el Pan de Muertos en el chocolate», nos comentan. Y me pongo a ello, empiezo a sumergir el Pan de Muertos en un chocolate exquisito. Me sabe a gloria. 

Nos ponemos manos a la obra a construir el altar. ¡Cuántos cempasúchiles! gritan los niños con un divertido acento. Y es que ¡hemos comprado muchas flores!. La construcción y representación del altar de muertos, varía según los elementos disponibles y la idiosincrasia de cada región, así como la esencia de las diferentes culturas y etnias del país. Hay altares de dos niveles, de tres y hasta de 7. El que construimos nosotros es un altar en tres niveles que representan la división del cielo, la tierra el inframundo.

Se incluyen diferentes elementos aromáticos que simbolizan la purificación del alma. El copal y el incienso son los elementos aromáticos que con más frecuencia se utilizan en los altares. Como representación del fuego suelen añadirse velas y cirios y la representación del agua, para calmar la sed del espíritu y que el difunto utilizará para aliviar su sed en el camino. Como símbolo de la tierra se incluyen semillas, frutos o especias. Y flores. La flor de cempasúchil y la de terciopelo son las más utilizadas para adornar el altar.

No hay que olvidarse de las calaveras como alusión a la muerte y pueden ser de azúcar, barro o chocolate. La comida, según la tradición, debe ser del agrado del difunto. Por supuesto Pan de Muertos y bebidas alcohólicas que le hayan gustado al fallecido. No debe faltar algún objeto personal del fallecido. 

Ya anochece y el altar ya está terminado. Sólo falta que los propietarios de la casa coloquen los objetos personales del difunto. Tomo mi corona de cempasúchiles y lo deposito en un rincón del altar a modo de ofrenda hacia «él». Pido a Roberto que inmortalice el momento en un vídeo que guardaré con cariño. Ha sido mi pequeño ritual en memoria de mi padre. Quién sabe si su alma llegará hoy hasta aquí…

Paseando por Oaxaca un 31 de octubre

Amanece el 31 de octubre en Oaxaca. Un día limpio y luminoso que nos va a acompañar en nuestro paseo por la ciudad. Esta belleza colonial situada a casi 500 km de Ciudad de México, da testimonio de haber sido la ciudad más importante del sur de México en la época del virreinato, establecido en 1535. La excelente conservación del conjunto histórico propició su inclusión, junto al cercano recinto arqueológico de Monte Albán, en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO que también tendré la oportunidad de visitar.

Muy cerca del hotel en pleno centro histórico descubro la preciosa Iglesia de Santo Domingo, una de las más espléndidas del continente. Me enamoro de ella al instante. Su interior que pude visitar en una escapada relámpago con Lola, una de mis compañeras de viaje, es un verdadero espectáculo de dorados, relieves y pinturas que cubren hasta el último milímetro cuadrado de las paredes y las bóvedas.

Nazaria posa orgullosa para mi cámara antes de adentrase en el interior de la iglesia. Viste sus mejores galas y joyas para unos días en que todo es celebración y fiesta. Nos perdemos por las tranquilas calles aledañas a Santo Domingo que por la noche serán un hervidero. En Oaxaca no hay que perderse la Plaza del Zócalo con la Catedral y sus museos, galerías de arte, bonitas tiendas y restaurantes. Es una tranquila ciudad para pasearla con calma de día y de noche.

No te pierdas el colorido barrio de Jalatlaco con una extensa muestra de Street Art. A tan sólo 15 minutos del centro de la ciudad, este tranquilo barrio que suele pasar desapercibido para la mayoría de turistas, es una grata sorpresa. Su arquitectura colonial y maravillosos murales te enamorarán.  

Me convierto en Catrina por un día

Y llegó uno de los momentos más esperados del viaje: convertirme en Catrina. Una maquilladora profesional fue la artífice de una obra de arte. Aunque para muchos puede parecer un poco extraño «pintarse» la cara de esta manera, en realidad se hace para enfrentarse al temor a la muerte. No es un maquillaje común, pues al utilizar colores brillantes que aportan viveza, la muerte se ve de forma positiva. La tradición de pintarse el rostro como calaveras es una forma de asumir la mortalidad y celebrar la vida. Es por ello que algunos de los maquillajes de calavera incluyen también flores pintadas como fue en mi caso.

Los colores utilizados en el maquillaje tienen un significado:

Visitando el cementerio de Santa Cruz de Xoxocotlán

Y una vez mimetizada con el entorno, nos fuimos a visitar el cementerio de Santa Cruz de Xoxocotlan, situado a 17 kilómetros de la capital del estado de Oaxaca. La noche del 31 de octubre Xoxo -como ellos le llaman- recibe a los turistas, nacionales y extranjeros. El panteón, como ellos denominan al cementerio, es sumergirte en un lugar único. Paseamos entre las tumbas y observamos cómo las familias esperan la llegada de las almas de sus muertos entre flores y velas.  Es día de muertos en Oaxaca, una experiencia inolvidable.

Los habitantes de Xoxo han llegado al panteón ya por la tarde para adornar las tumbas de sus familiares. La noche del 31 es especial, una vigilia hasta la madrugada del día 1 de noviembre, pues la tradición dicta que los difuntos regresan a las tres de la mañana para visitar a sus fieles. De ahí los altares comentados anteriormente, auténticos monumentos repletos de flores, velas, comida, fotografías y objetos vinculados al difunto para honrrar la memoria de los muertos con lo que disfrutaban en vida.

Los familiares entran al cementerio con sillas, comida y bebida, como si se tratara de un picnic. Se sientan alrededor de la tumba, conversan y esperan. La mayoría espera en silencio. La gente no parece molestarse por la presencia de fotógrafos improvisados. Algunos piden permiso antes de fotografiar, otros disparan sin contención como si no hubiera un mañana.

Sin embargo mañana sigue el jolgorio. El 1 de noviembre la fiesta se traslada a Oaxaca, la capital. Miles de oaxaqueños se disfrazan para pulular por las calles. El visitante puede tomar fotos a los disfrazados y a las enormes calaveras pintadas con diferentes motivos que decoran el «andador turístico» -paseo peatonal- que baja desde la iglesia Santo Domingo hasta el zócalo de la ciudad. Por la noche, las comparsas, bandas de músicos y bailarines con disfraces, salen de cada barrio para bailar por los muertos. Y disfruto del momento con mis compañeros de viaje y del Día de Muertos una experiencia inolvidable.

La muerte es una fiesta en Oaxaca

Pero mañana sigue el jolgorio. El 1 de noviembre la fiesta se traslada a Oaxaca, la capital. Miles de oaxaqueños se disfrazan para pulular por las calles.

El visitante puede tomar fotos a los disfrazados que posan orgullosos de catrinas y calaveritas y a las enormes calaveras pintadas con diferentes motivos que decoran el «andador turístico», el paseo peatonal que baja desde la Iglesia Santo Domingo hasta el zócalo de la ciudad. Por la noche, las comparsas, bandas de músicos y bailarines con disfraces, salen de cada barrio para bailar por los muertos. Y disfruto del momento y del Día de Muertos una experiencia inolvidable en México.

Las charangas hacen mucho ruido y se detienen a cada «cuadra». Los borrachos siguen la música sin parar, en un delirio colectivo. La gente ha tomado la calles para una fiesta de los vivos en memoria de los muertos. Todo es color, música y alegria. Jarana y bullicio.

Alebrijes, los guías espirituales

Si visitas Oaxaca, no olvidarás este nombre. Los alebrijes, en el mundo de los muertos, son criaturas que guían y protegen a cada difunto en dicho mundo. Son como guías espirituales y parecen salidos de un sueño. Artesanos de Oaxaca elaboran hermosas figuras imaginarias en madera de copal. Se representan fusiones muy creativas de distintos animales, decoradas con vivos colores y un nivel de detalle que las hacen únicas. Es una labor de pura artesanía, pintados íntegramente a mano y que en ocasiones alcanzan un gran tamaño y un elevado precio que puede llegar a costar miles de euros. Son obras únicas. 

Si estás en Oaxaca, no podrás resistir la tentación de llevarte un alebrije a casa y no olvides que uno no escoge a su alebrije, el alebrije escoge a su dueño.

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¡Gracias viajeros!

Agradezco a los artífices de este viaje, Roberto (@bromotengger), Sele (@elrincondesele) y Pangea (@pangeaes) haber organizado una ruta tan interesante y variopinta por Oaxaca y Chiapas. Ha sido una experiencia viajera magnífica haber compartido tantos lugares maravillosos y emociones inolvidables. Gracias.

Dedico este artículo a ellos y a mis otros compañeros de viaje: mis amigas Piluca y Maite, Jose excelente fotógrafo y autor de muchas de mis fotos en este viaje; Lola, Marisol y Jesús. Su pasión por viajar, buen hacer y actitud han enriquecido de forma significativa esta experiencia. ¡Me ha encantado viajar con vosotros!

¡Viva México lindo!