Si existe un lugar icónico, remoto y especial, es el Nido del Tigre un lugar mágico. En estas líneas que siguen a continuación, he pretendido relatar el acúmulo de vivencias y emociones que sentí en un lugar diferente a todo lo que he conocido hasta ahora.
¡ Bienvenidos a Taktshang !
Contenido
Escena 1: el reto
Después de superar un desnivel de 900 en una altitud de más de 3.100 metros, llego al punto desde el que observar esta maravilla que aquí denominan “Taktshang”. El Nido del Tigre un lugar mágico. El grupo ya ha ido llegando y yo hago lo propio con la ayuda de Mandhoj, nuestro guía y hoy improvisado hombro en el que apoyarme para poder salvar los más de 800 escalones que están por venir. Una compañera del grupo, ha decidido consultar unos resultados médicos que tiene disponibles en internet.
Hoy la tecnología permite eso: conectarte desde un lugar recóndito y acceder a la información. Gurú Rinpoche no tuvo esa opción cuando llegó hasta aquí hace siglos, eso sí lo hizo volando a lomos de una tigresa. Buenas noticias: los resultados están bien. No hay de qué preocuparse. Ella respira tranquila. Nosotros también. Un gran momento con un final feliz. El Nido del Tigre un lugar mágico.
Escena 2: compañerismo
Mi compañera de habitación, Ade, con la que he estado compartiendo horas de charla y experiencias, me está esperando a la entrada del templo principal de los trece que conforman este monasterio. Me ayuda a subir los elevados peldaños para acceder al interior. Entramos juntas. No ha sido algo previsto, sino que ha fluido así.
El monasterio está localizado 10 kilómetros al norte de Paro y cuelga en un acantilado a 3,120 metros, aproximadamente a 900 metros por encima del valle
Prácticamente no la he visto en toda la subida al Nido del Tigre. Ella, una experimentada montañera, ha ascendido en tiempo récord. Un paseo. Está contenta y orgullosa de que yo también lo haya conseguido. Lo veo en sus ojos. Y en su sonrisa. Me encanta su sonrisa. La motivación y la enorme emoción de encontrarme en un lugar tan especial, me han impulsado a llegar hasta aquí. Subimos el último escalón y entramos. Además, acceder juntas a este lugar, no es cualquier cosa…
Escena 3: vahído
Accedo a uno de los templos del complejo y me encuentro a uno de los compañeros de viaje estirado en el suelo, en un rincón. Ha tenido un vahído. La altura, el esfuerzo, la emoción o una mezcla de todo. Junto a él, dos compañeras se han puesto en marcha rápidamente: una le coloca las piernas en posición vertical y la otra improvisa una sesión de Reiki en pleno Nido del Tigre. Los peregrinos van entrando al templo sin reparar en la escena. Ellos tienen cuestiones más divinas de las que ocuparse. Aquí se viene a rezar frente al altar y solicitar a las deidades un buen karma. Todo mucho más profundo que un prosaico mareo.
Escena 4: complicidad
Vamos recorriendo esta maravilla y el icono de Bután. Coincido Carmen, una de las compañeras de viaje en uno de los extremos del acantilado, desde el que se observa el Valle de Paro en toda su magnitud. Precioso. Limpio. Amplio. Verde. El sol y un cielo azul cobalto lo inundan todo.
“No subo al Nido del Tigre a caballo”, le digo. “Yo tampoco”, me contesta ella. “Nos vamos a pie y conseguiremos llegar”, concluye. Y así fue : ¡lo conseguimos!
Al inicio de la ascensión ambas hemos decidido que subiríamos a pie, con nuestros propios medios y sin utilizar los caballos a disposición de aquellos que los precisen. Ese era el plan inicial. Pero cuando ha llegado el momento de coger el caballo, ha sido un impulso, un instante: “No voy a subir al caballo”, le digo. “Yo tampoco”, me contesta. “Nos vamos a pie y conseguiremos llegar”, concluye. Sin pensar ni recapacitar. Un mero impulso y un momento de complicidad.
Ahora, en lo alto y después de haber conseguido llegar al final, nos sentimos satisfechas y contentas disfrutando de este soberbio paisaje. Absortas con estas vistas, ella se saca de la muñeca su pulsera de cordón con colorines, que generosamente nos regaló Piluca, otra compañera a cada uno, en nuestro primer día de viaje.
Las pulseras que nos intercambiamos en el Nido del Tigre, se han convertido en un amuleto
Se ha convertido en un amuleto y un vínculo entre todos los integrantes del grupo. Se saca, pues, su pulsera y me pide que me saque la mía. “Nos las vamos a intercambiar”, comenta resuelta. “Yo he llevado ésta durante todo el viaje y quiero que ahora la lleves tú. La tuya la llevaré yo”. Un momento precioso a la altura de un lugar tan especial. Las dos nos sonreímos y seguimos disfrutando del paisaje. Sigo con la pulsera puesta. Lo que une el Nido del Tigre, nada ni nadie es capaz de romperlo. El Nido del Tigre un lugar mágico.
Escribo estas líneas de camino a Kamakura, a una hora escasa en tren desde Tokio. Viajo en tren, sola y pensando en el Nido del Tigre y en las emociones que quedarán en mí para siempre. Un viaje irrepetible, de los que deja huella. El Nido del Tigre un lugar mágico.
2 comentarios en “El Nido del Tigre un lugar mágico”
CARMEN MONTIL
(11/11/2019 - 04:52)¡Qué preciosos relatos sobre el viaje a Bhutan! Con su lectura revivo las emociones que sentí a lo largo de nuestra estancia en El Reino de la Felicidad. Y muchas de esas emociones fueron compartidas junto a ti, mi querida Bea. Un lujo de viaje y un lujo haberte conocido.
Bea
(03/12/2019 - 11:38)¡Qué alegría me aporta que mis relatos remuevan emociones!. Y qué satisfacción que seas tú. Compartir y conocer juntas este maravilloso país, ha sido una experiencia inolvidable. Te lo agradezco de corazón.