Esta imponente y bella mole, que el hijo de Carlos V quiso que se convirtiera en monasterio, palacio, panteón de reyes y centro del saber, es hoy, más de 400 años después de su muerte, el símbolo más perfecto de todo su imperio. El monasterio de El Escorial, legado de Felipe II, es el retrato de su enorme poder.
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Nacimiento y muerte del hombre más poderoso del siglo XVI
En una estancia de apenas nueve metros cuadrados falleció el rey Felipe II en el monasterio de El Escorial. Adornada por una cama con cortinas y dosel, una pila de agua bendita, un par de sillones, diversos cuadritos de temas religiosos y una alfombra de cuero. Fue un 13 de septiembre de 1598 y nació 71 años antes, una edad muy longeva para la época y lo hizo en Valladolid . En lo que ahora es la sede de la Diputación Provincial, el Palacio de Pimentel, que dio cobijo en 1527 al nacimiento de Felipe II, hijo de Carlos I de España y V de Alemania, más conocido como ‘El Emperador’.
«El imperio donde nunca se ponía el sol» fue una frase que se hizo popular durante el reinado de Felipe ll. Bajo su mandato el Imperio español alcanzó su máximo esplendor. Se trataba del primer imperio que contaba con posesiones en cada uno de los cinco continentes. Reinó durante 42 años en medio mundo pero acabó encerrado en el monasterio de El Escorial, donde murió. La sobria habitación donde falleció Felipe II en 1598 se conserva casi inalterada.
Su poderío ya le vino de cuna: el poder planetario que ostentó tras la unión de España -por parte de padre- y Portugal -por parte de madre- los dos imperios coloniales más extensos del momento. Algunos denunciaron su insaciable sed de supremacía y el resto se preguntaban si se podría poner límite al poder del rey de España. El desastre de la Gran Armada, la flota de guerra que en 1588 partió desde Lisboa para destronar a Isabel I de Inglaterra e invadir la isla. Tuvo que frenar en seco sus aspiraciones y puso en entredicho la invencibilidad de España.
El príncipe Felipe creció bajo la alargada sombra de su padre, el Emperador Carlos V. Toda su vida fue un esfuerzo para estar a su altura. Su padre le procuró una educación exquisita, de corte humanista. Quizás por ello se rodeó de buenos artistas y sabios.
Felipe II fue un compulsivo coleccionista de arte, libros y objetos científicos
Fue obligado a viajar de joven para conocer sus dominios. Su religiosidad fue fundamental para él y dicen que le otorgaba seguridad. Se le llamó el Rey Prudente, fue un hombre solitario y desgraciado en su vida familiar: cuatro matrimonios y once hijos, casi todos muertos tempranamente.
El Monasterio de El Escorial
El Escorial representa la obra magna que el monarca mandó levantar para conmemorar la victoria de las tropas españolas sobre las francesas el 10 de agosto de 1557, festividad de San Lorenzo. Nadie hubiera apostado un ducado por aquel áspero lugar antes de la guerra. Pero se lió la de San Quintín -nunca mejor dicho- nombre de la batalla en que las tropas imperiales de Felipe II salieron victoriosas frente a los franceses. Siguiendo el ejemplo de otros soberanos de su estirpe, quiso fundar un monasterio que fuera muchas cosas a la vez.
El arquitecto principal del Monasterio de El Escorial fue Juan Bautista de Toledo, uno de los mas destacados de su tiempo, quien comenzó la construcción en 1563 por encargo de Felipe II. Después de su muerte en 1567, el famoso Juan de Herrera -impuso el llamado estilo herreriano– asumió la dirección del proyecto y lo completó. Un 2 de noviembre de 1984, la UNESCO declaró el Monasterio y Sitio de El Escorial como Patrimonio de la Humanidad.
Consiguió todo eso y mucho más: hacer del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, el símbolo de su propio imperio. Cuando lo visitas, percibes que es el retrato del monarca más poderoso de su tiempo.
Más que un edificio es un símbolo y tenemos suerte de que una joya como ésta la podamos disfrutar en nuestro país
Hay arquitectos que opinan que es «uno de los edificios mejor acabados del mundo…» Otros opinan que el mamotreto granítico de Felipe II no es sino fiel reflejo de sus falta de imaginación, de su dureza e intransigencia. En fin, hay opiniones para todo.
Biblioteca del monasterio
En cuanto accedo al interior del magnífico edificio, me dirijo a la biblioteca del monasterio. Tengo mucho interés en conocerla y espero encontrar poca gente porque es pronto y día laborable. Subo las escaleras de dos pisos con elevados peldaños que dan testimonio de la edad del edificio. En cuanto cruzo el umbral de la puerta que aparece a mi izquierda me sumerjo en otro mundo. La Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial también conocida como la Escurialense o la Laurentina, es una maravilla.
La Biblioteca Laurentina está considerada una de las mejores del mundo por su riqueza de libros impresos antiguos. En especial ediciones de los siglos XV y XVI, acogiendo en su interior hasta 40.000 volúmenes y 600 incunables. Fundada como una gran biblioteca renacentista por el Rey Felipe II en 1565, dicho espacio destaca por un salón con una cubierta de bóveda de cañón dividida en siete tramos. Están representadas las siete Artes liberales: Gramática, Retórica, Dialéctica, Aritmética, Música, Geometría y Astrología.
Los frescos fueron realizados por Pellegrino Tibaldi, pintor y arquitecto italiano. Es inevitable no recordar la Capilla Sixtina y ciertamente conoció a Miguel Ángel en Roma y su influencia se deja ver en sus obras. Fue reclamado por Felipe II para pintar los frescos del claustro y la biblioteca de El Escorial (1588-1595)
La creación de una gran biblioteca en España siempre estuvo en la mente Felipe II desde 1556, pero el proyecto se fue retrasando por los cambios de ubicación de la corte española. El rey dio orden de comenzar con el acopio de libros para una librería regia, y los primeros comienzan a llegar en el año 1565. Esta biblioteca atesora piezas de gran valor como el Códice áureo, el Apocalipsis figurado o, quizá el más importante, un De baptismo parvulorum, de San Agustín, supuestamente escrito de su puño y letra.
Sin embargo, esta excelsa biblioteca no solo contiene libros. También encontramos retratos que ofrecen la imagen de reyes y hombres ilustres que los escribieron, así como grabados, instrumentos geográficos como esferas, astrolabios etc.. En una palabra un compendio de biblioteca, museo y laboratorio.
Una de las piezas más conocidas del Salón Principal de la biblioteca es, sin duda, la esfera armilar. Representa el sistema solar según las teorías de Claudio Ptolomeo y era utilizada para el estudio de los movimientos de los astros.
Un joven Felipe III al cumplir los seis años recibió un maravilloso regalo: una esfera de armillas metálicas y de madera, que su padre montó con sumo esmero y cuidado. El artilugio viajó en dos cajas desde Florencia hacia Nápoles, donde embarcó y navegó rumbo a Alicante. Construida por Antonio Santucci, fue en realidad un obsequio del Ducado de la Toscana, Don Fernando de Medici, a Felipe II en 1582.
La esfera armilar sirvió a los astrónomos para explicar los movimientos de los astros y sus cálculos.
Se trata de una esfera didáctica que muestra las coordenadas celestes de los astros. Su función principal es la observación del Universo práctico así como las distancias equidistantes.
Real Basílica de San Lorenzo de El Escorial
La Basílica es la razón de ser del monasterio de El Escorial. No olvidemos que Felipe II fue un monarca devoto y ferviente defensor del catolicismo. Presenta una imponente estructura de estilo renacentista, diseñada por Juan Bautista de Toledo y continuada por Juan de Herrera. Su diseño es impresionante y refleja la grandiosidad y relevancia religiosa de la época. Tiene una planta de cruz latina, con una nave central y dos laterales.
Está coronada por una cúpula en el crucero y su diseño es austero y simétrico, puro reflejo del estilo herreriano. Destaca en su interior el retablo mayor, una obra maestra. Sin duda, la basílica es una muestra de la riqueza artística y cultural de la época. Pero lo mejor de la basílica lo encontramos debajo del altar mayor.
El panteón de los Reyes
La Cripta Real del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, conocida también como el Panteón de Reyes, es el lugar de descanso final para muchos de los reyes y reinas de España, así como otros miembros destacados de las dinastías de los Austrias y Borbones.
Los 26 sepulcros están ocupados y no hay espacio para nuevos enterramientos
El primer rey enterrado fue el propio fundador, Felipe II, poco después de la finalización del mausoleo. También Carlos I, que murió en 1558 en el Monasterio de Yuste, su hijo Felipe II, solicitó el traslado de los restos en 1573, quince años después de su muerte.
Hay quien opina que es un lugar tétrico. También reposan las madres de 11 monarcas, desde Isabel de Portugal (1503-1539), madre de Felipe II hasta María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias (1910-2000), madre del rey Juan Carlos I. Esta última reposará junto a su esposo Don Juan de Borbón cuando finalice el periodo obligatorio en el llamado pudridero en donde deben reposar varias décadas. El Conde de Barcelona, hijo del rey Alfonso XIII, es una de las excepciones de la cripta de El Escorial.
Don Juan nunca llegó a ser rey, pero su hijo Juan Carlos I decidió tras su fallecimiento en 1993 que debía darle honores de reyes y reservarle un espacio en la cripta. Está justo encima de su esposa María de las Mercedes.
La cripta se quedó sin espacio y entonces llegaron las especulaciones sobre qué podría pasar a partir de ahora con los enterramientos reales. Aquí deberían descansar el rey Juan Carlos I, la reina Sofía, por ser madre de rey; el rey Felipe VI… El tiempo dirá…
Menos lúgubre que el panteón de los reyes y como antesala al anterior, encontramos el Panteón de los Infantes. Aquí reposan príncipes, infantes y reinas que no han sido madres de reyes. Con paredes y pavimentos de mármol blanco es digno de especial mención el sepulcro del Infante Don Juan de Austria, hijo ilegítimo de Carlos I pero que reconoció poco antes de morir como miembro de la familia real. Fue brillante y ganador de la batalla de Lepanto. Su tumba es una auténtica filigrana de mármol, la más bonita del Panteón de los Infantes.
El pudridero
Cubiertos de cal, los restos mortales de la Familia Real, permanecen en este lugar de nombre tan tétrico durante un período de tiempo entre 25 años y 30 años. Solo los frailes agustinos, la congregación del monasterio, pueden entrar en el pudridero real. Las mismas escaleras que llevan al Panteón Real, en el primer descanso a la derecha, un pasadizo cerrado por una puerta de madera conduce a este pequeño recinto. Sus paredes son de piedra, el suelo de granito y el techo abovedado. Una pequeña estancia de 16 metros cuadrados.
Menos lúgubre que el panteón de los reyes y como antesala al anterior, aquí reposan príncipes, infantes y reinas que no han sido madres de reyes. Con paredes y pavimentos de mármol blanco es digno de especial mención el sepulcro del Infante Don Juan de Austria, hijo ilegítimo de Carlos I pero que reconoció poco antes de morir como miembro de la familia real. Fue brillante y ganador de la batalla de Lepanto. Su tumba es una auténtica filigrana de mármol, la más bonita del panteón de los infantes.
Sala de Batallas
Esta sala de paseo de 60 metros de longitud se decoró al fresco hacia 1590. En el siglo XVI se denominaba Galería de la Reina ya que se usaba para pasear y otros entretenimientos cortesanos por parte de la reina y sus hijos que teniéndotelas sus aposentos cerca. De su valor propagandístico no hay duda: a partir del siglo XVII empezó a denominarse Sala de Batallas por las escenas representadas en sus paredes. Son hazañas bélicas españolas pintadas con todo lujo de detalles. Un trabajo digno de los mejores pintores de la época.
Palacio de los Borbones
Un claro contraste con la austera monumentalidad del Palacio de los Austrias, se yergue el Palacio de los Borbones, que comunica directamente con la Sala de Batallas del Palacio de los Austrias. En 1700, con el cambio de dinastía de los Austrias -Carlos II «El hechizado», fue el último monarca de la Casa de Austria– a los Borbones –Felipe V fue el primer Borbón-, los reyes continuaron visitando El Escorial. En diciembre de 2015, después de años de restauraciones, el conjunto de 18 salones fue abierto al público en visita libre.
Los interiores fueron además decorados con suntuosos tapices diseñados por Bayeu o Goya y un rico mobiliario. Fernando VII fue el último monarca en hacer uso de estos aposentos. Hijo de Carlos IV y María Luisa de Parma, nació en San Lorenzo de El Escorial y ha pasado a la historia por ser un soberano absolutista y uno de los peores reyes de España. En diciembre de 2015, el conjunto de 18 salones fue abierto al público en visita libre.
El Calvario de El Escorial
Esta obra de gran formato del pintor flamenco Rogier van der Weyden tiene 560 años y es la obra más antigua del Monasterio de El Escorial. Es un óleo sobre tabla, pintado entre 1457 y 1464, mide más de 3 metros de altura y casi 2 de ancho. El cuadro está considerado una de las obras maestras del pintor. Entre 2011 y 2015 se sometió a una meticulosa y extraordinaria restauración, tanto de la capa pictórica como del soporte de madera de roble, en los talleres del Museo del Prado, a cargo de José de la Fuente y Loreto Arranz.
Sin duda, un cuadro de una restauración muy minuciosa y complicada. Es muy subjetivo, pero en mi opinión, los colores están excesivamente contrastados y pierde esa patina por la que han pasado mas de cinco siglos. La obra, que ya estuvo en el Monasterio de El Escorial en 1574, tras ser adquirida por un comprador anónimo -probablemente fuese Felipe II , gran mecenas y amante del arte-, está expuesta en las Salas de Honores.
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