El modernismo catalán se llama trencadís y no existe traducción para este término. Wikipedia nos da alguna pista: “trencadís» (término de la lengua catalana que podría traducirse como troceado o ‘picadillo’). Es un tipo de aplicación ornamental del mosaico a partir de fragmentos cerámicos. Básicamente azulejos, unidos con argamasa, muy habitual y característico en la arquitectura modernista catalana».
Cuando era pequeña visitaba alguna de las obras modernistas de la ciudad. Mis ojos de niña, no entendían cómo unos trozos rotos de azulejos y vueltos a juntar desordenadamente, podían formar parte de aquellas obras tan reconocidas. Al fin y al cabo, eran trozos rotos …
Hoy soy una admiradora de esta técnica, desarrollada por Gaudí, dentro de su inmensa genialidad, para revestir sus construcciones arquitectónicas.
Utilizando piezas desechadas de las fábricas de cerámicas, Gaudí troceaba las baldosas y unía los fragmentos. Con mortero conseguía crear magníficas, originales y coloridas composiciones
Al contacto con la luz, se origina una explosión de brillos y colores, consiguiendo unos efectos inimitables. En Casa Batlló, uno de los edificios más notables de Passeig de Gràcia, el trencadís luce de forma especial en su fachada, patios y azotea.
Podemos encontrarlo en todas sus obras como la Sagrada Familia o el Parc Güell. Cuentan que el trencadís de La Pedrera no tiene la riqueza ni el colorido habitual. Gaudí se excedió en los gastos y los propietarios Señor Milà y Señora Segimon, le negaron más presupuesto. Gaudí finalizó el edificio con un austero y monocromo trencadís blanco y aún así es otra obra maestra.
Gaudí fue un maestro en el arte de lograr resultados sorprendentes con materiales baratos. Los magníficos mosaicos que adornan el sinuoso banco multicolor del Park Güell, a modo de serpiente gigantesca, son un buen ejemplo de ello. Se realizaron mediante fragmentos multicolores de azulejos y cristales que permitían cubrir superficies curvas. Gaudí rechazaba las líneas rectas.
«Encadena a escalinata Parque Güell y Dragón de cerámica recibiendo un chaparrón abrileño dorado por el sol. Bajo esta lluvia florecida, tres niños descalzos cabalgan el Dragón abrazándose y blandiendo espadas de madera.» (Juan Marsé)