Tengo un recuerdo de infancia vinculado a esta ciudad. Años 70. En el colegio tuve que hacer un trabajo sobre Hong Kong y en aquella época, me parecía un lugar remoto, lejano e inalcanzable. Se me quedó grabada una imagen que recorté de alguna revista y enganché orgullosa en mi trabajo: un viejo barco distinto a los que conocía y con unas velas rojas grandes, avanzaba tras un fondo de enormes rascacielos. Me pareció un contraste muy exótico y diferente. Grabé aquella imagen en mi memoria y pensé, sin que nadie lo supiera: “algún día visitaré ese lugar…”. Cumplí mi sueño. Hong Kong: entre Oriente y Occidente
«Hong Kong te va a gustar», era el comentario habitual. Ciertamente esta ciudad tenía que tener algo especial. Todo el mundo que la visita, vuelve encantado. Y yo también volví encantada. Fue el primero que visité de los llamados cuatro tigres asiáticos: Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwan. Conjuga como ninguna de las cuatro la fusión entre oriente y occidente. Su nombre oficial denota su complejidad: Región Administrativa Especial de Hong Kong de la República Popular China.
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Breve reseña de una ex colonia británica
Hong Kong se convirtió en colonia británica en 1842. China alquiló al Reino Unido estos territorios en 1898 por 99 años y tras el vencimiento del alquiler, los ingleses devolvieron la soberanía a China en 1997. Cuando visitas estos 2.754 km cuadrados (muy inferior en extensión a cualquiera de las provincias españolas), sorprenden varias cuestiones.
Se trata de un gran conglomerado de edificios rodeados de montañas y mar. La gente vive «amontonada» en un codiciado espacio (uno de los más caros del mundo) y los 150 años de soberanía británica, hacen patente una fuerte influencia occidental que convive con oriente. Y dinero, se mueve mucho dinero.
En realidad, es una ciudad con infinidad de estímulos: la densidad de población, el movimiento de la gente (parece que todo el mundo tiene prisa), el ruido, los olores, el mar y la montaña, las tiendas de superlujo y los puestos chinos de comida callejera, la verticalidad (hay calles en la ciudad en las que se sube por escaleras mecánicas), el bullicio comercial, millones de aparatos de aire acondicionado, edificios modernos con diseños innovadores y otros con fachadas desvencijadas, el tranquilo transitar de los barcos por el puerto de Victoria que cruzan de un lado a otro… Cantidad de impactos visuales.
Qué ver en Hong Kong
Hong Kong da para mucho. Estas son alternativas interesantes:
- A la llegada y salida, disfrutar de un magnífico aeropuerto (el letrero ponía «The World’s Best Airport”)
- Cruzar en ferry desde la isla de Hong Kong hasta la península de Kowloon. De día y de noche
- Observar desde Kowloon el skyline nocturno y el espectáculo de luces diario con efectos multicolores entre los rascacielos (de los más altos de Asia)
- Sentarse en el piso superior de uno de los estrechos y altos tranvías que cruzan la urbe
- Entrar en alguno de los enormes rascacielos de Central
- Tomar un té en el mítico hotel The Peninsula
- Ascender al Pico Victoria (The Peak) para gozar de unas vistas extraordinarias
- Degustar la gastronomía oriental en cualquiera de los restaurantes repartidos por la ciudad
- Relajarse en el Parque de Hong Kong, un oasis entre el bullicio urbano
- Observar el trasiego del puerto desde el Paseo Marítimo de Kowloon
- Visitar alguno de los templos para ver y oler
- Captar una sobrecarga sensorial en uno de los «wet markers», con sus exóticos productos y exquisiteces locales. Una buena opción es el Graham St.Market
- Observar a la gente. Su movimiento, sus prisas.
- Degustar un helado de te matcha
- No dejarse apabullar por los miles de leds que invaden la ciudad
Y si todavía hay tiempo, se pueden visitar las llamadas Islas Exteriores, a una hora de viaje desde Hong Kong: Lantau, la más grande y con el Buda sentado al aire libre más grande del mundo; Cheung Chau, con su aldea tradicional y Lamma, célebre por sus paseos y restaurantes.
Finalmente, tengo que confesar que me ha encantado conocer Hong Kong y esa dicotomía entre Oriente y Occidente. ¿Está entre tus planes viajeros?
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