Beaviajera

Finales de octubre. Veintidós grados. Año 2020. Pandemia mundial. Las restricciones me permiten acercarme a ver el mar y decido ir a la Barceloneta. Quiero visitar Marina Vela un nuevo espacio junto al mar en Barcelona. Tengo suerte, un día precioso de otoño con un sol radiante me acompaña en mi trayecto hasta el Hotel W (conocido como Hotel Vela). Atravieso el Moll de la Fusta que está prácticamente vacío. Aparco el coche en el parking del hotel. Cuando subo a la superficie, la fachada del vela reluce más que nunca. 

¡Qué curiosa dualidad!. Por un lado, disfruto de la tranquilidad de este entorno habitualmente lleno de turistas. Ahora hay poca gente y dispersa. Es un privilegio poder disfrutar de los lugares más turísticos de la ciudad prácticamente vacíos. Sin embargo, me invade una sensación de tristeza. Ver así la ciudad… Los restaurantes, bares y lugares de ocio están cerrados. Imposible tomar una consumición o ir al baño. Todo está cerrado a excepción del Hotel Vela que permanece abierto pero solo permiten el acceso a los clientes alojados. 

En primer lugar, paseo por la Plaça de la Rosa dels Vents (Plaza De la Rosa de los Vientos). Una amplia explanada junto al hotel que se complementa con una escultura adyacente en mármol de Carrara, titulada Les quatre barres de la senyera catalana (Las cuatro barras de la señera catalana), como homenaje a la bandera catalana. Está formada por cuatro columnas de 6 metros de altura, con un giro helicoidal que aporta sensación de movimiento. Un rincón muy fotogénico. 

Después de un rato disfrutando del mar y una luz, inequívocamente mediterranea, observo a mi alrededor. Algunos en bici, otros leyendo o patinando, amigas charlando… Este es uno de mis lugares favoritos de la ciudad. Un balcón al mar amplio y espectacular. 

Desde finales del 2018, la zona cuenta con una nueva conquista al mar: el Nou Passeig del Trencaones (Paseo nuevo del Rompeolas), que prolonga el paseo Marítim hacia el antiguo espigón

Aquí me traía mi padre para ver cómo las olas chocaban con las rocas y los pescadores echaban las cañas para pescar. Me recuerda a mis años de infancia. Leo que el proyecto contempla ubicar en esta zona una sede del Museo del Hermitage y me recuerda al impresionante proyecto en los EAU, con la construcción del Museo del Louvre Abu Dhabi  junto al mar, proyectado por el arquitecto francés Jean Nouvel. 

El nuevo paseo mide unos 400 metros de longitud. Ahora está prácticamente vacío. Giro 180 grados y diviso a mi espalda la montaña de Montjuic que con sus 173 metros sobre el nivel del mar es el punto más alto de la ciudad. Desde su castillo, en la cima, se divisa un espléndido panorama del lugar en el que me encuentro.

El mar da vida. Me siento en las escalinatas a observarlo. Hoy está calmado y el cielo parece pintado con acuarelas. Junto al nuevo paseo se ha inaugurado un nuevo puerto deportivo, el Marina Vela Barcelona.

 Un nuevo puerto deportivo con amarres y modernos restaurantes, con el nombre de Marina Vela Barcelona. Vuelvo sobre mis pasos en dirección al Hotel Vela y me reencuentro con este magnífico edificio de cristal con forma de vela 

Enfrente está la sede mundial de la marca Desigual, se trata del segundo edificio más largo de la ciudad, tras el centro comercial Illa Diagonal. Una construcción diáfana de cristal en tonos verdes y azules obra del arquitecto Ricardo Bofill también autor del Hotel W. Esta es una zona de skaters y la playa está justo enfrente. Para los interesados en el shopping, aquí encontraran una gran tienda de la marca, abierta laborables y festivos. 

La Platja de Sant Sebastià es la playa situada más al oeste de Barcelona. Junto con la Platja de la Barceloneta, es la más antigua y de mayor tradición de la ciudad y una de las más grandes con una longitud de unos 660 metros. El Club Natació Barcelona inaugurado en 1907 y con más de 100 años de historia, es uno de los clubes deportivos con más tradición de la ciudad. Sus piscinas exteriores se ven desde la playa y los socios practican natación al más puro estilo Bondi Beach en Sidney.

Es también una de las playas más frecuentadas por los barceloneses, ya que casi el 70% de los usuarios son de Barcelona. Sin embargo, desde la construcción del Hotel W en 2009, la afluencia de público extranjero cada vez es más frecuente. Se puede acceder a esta playa mediante transporte público. Los restaurantes-chiringuitos ubicados bajo el Hotel Vela y a pocos metros de la playa, son una buena opción para disfrutar de sus terrazas con una paella, pescado o cualquiera de sus especialidades gastronómicas. Mi preferido es el restaurante Pez Vela. 

No dejo de mirar el mar. En el horizonte y por mi derecha aparece la silueta de una embarcación a modo de galeón del siglo XVI. Y empiezo a imaginarme que es un barco pirata… En época de confinamiento y restricciones, éste es un buen lugar para dejar volar la imaginación. Avanza en dirección al Puerto Olímpico y me quedo absorta observándolo.