Si algo identifica a Colombia es su café, considerado uno de los mejores del mundo por su sabor único y su aroma intenso. Es por ello que una de las vivencias obligada y muy recomendada cuando viajas a este país latinoamericano es visitar una finca cafetera en Colombia. Una experiencia ideal para entender todo el proceso de producción y recolección en una de las plantaciones en pleno eje cafetero.
Visitar una finca cafetera en un viaje al Eje Cafetero de Colombia es una inmejorable forma de aproximarse a una arraigada tradición de esta zona tan bonita del país. Aprendes los detalles que rodean al producto estrella de Colombia y conoces el tremendo impacto que tiene en las comunidades locales.
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El eje cafetero
Colombia es el tercer mayor exportador de café del mundo y el único gran productor que solo cultiva la variedad de café arábigo. Los jesuitas trajeron el café desde Venezuela a principios del XVII. La ubicación de Colombia cerca del ecuador permite que el café pueda plantarse a gran altura, donde los granos maduran más despacio. Ello produce un grano más duro y denso con un especial sabor y aroma al tostarse.
La zona cafetera en los departamentos de Quindío, Caldas y Risaralda con sus respectivas capitales: Armenia, Manizales y Pereira, son el corazón del llamado Eje Cafetero. Se localizan en el centro del país, en la región andina, sobre las cordilleras Occidental y Central. Las condiciones climáticas son variadas y van desde los -8°C, en los nevados hasta los 29°C, en los valles. Asimismo las condiciones geológicas de esta región, determinan la producción de un café de alta calidad, con periodos de cosecha relativamente cortos. Por todo ello se trata de un café único en el mundo.
Los orígenes de la caficultura en el Eje Cafetero se remontan a finales del siglo XVIII, con la colonización antioqueña. Fue cuando los campesinos -llamados colonos- provenientes de la región de Antioquia se fueron en busca de tierras vírgenes donde poder establecer sus fincas y fundar pueblos. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2011, el Paisaje Cultural Cafetero situado en medio del triángulo entre Bogotá, Cali y Medellín se extiende a través de los departamentos anteriormente citados.
El Eje Cafetero se caracteriza por una variedad de climas, asociados a los estratos térmicos (nevados, páramos, frío, templado y cálido) dando origen a una diversidad de especies de flora y fauna. La geografía de la región contiene elementos como: mar, llanuras, montañas, altiplanos, páramos, ríos y bosques. Esta diversidad es una de las claves para la obtención de un café de alta calidad.
¿Cómo llegar al eje cafetero?
Volamos desde la capital, Bogotá hasta Pereira, la ciudad más poblada y capital del departamento de Risaralda. También hay vuelos directos a los aeropuertos de Manizales y Armenia. La orografía del país dificulta las comunicaciones por vía terrestre y una distancia poco mas de 300 kilómetros requiere siete horas de coche.
En avión inviertes una hora escasa y es una buena opción si no dispones de muchas semanas para visitar Colombia. Así que nuestro vuelo aterriza en Pereira y tras recoger nuestro equipaje nos vamos hacia la finca La Morelia en dirección sur para recorrer unos 55 kilómetros. Puedes moverte en coche de alquiler. Las carreteras están en buen estado, es una zona segura y el tráfico es razonable -salvo cuando pillas una retención- Tener tu propio coche te permite la libertad para organizar tu itinerario y no depender de horarios ni de transporte público. En nuestro caso tomamos un autocar que ya nos estaba esperando al llegar a Pereira.
Café La Morelia, una finca en el Quindío
Muchas de las fincas turísticas, están abiertas al turismo y te brindan la oportunidad de conocer todas las fases del cultivo cafetero. Es especialmente interesante visitarlas durante las cosechas que van de abril a mayo y de octubre a diciembre. Es 9 de octubre y Café La Morelia está en plena recolección, así que tendremos la oportunidad de conocer todo el proceso. La Morelia es una finca familiar con mas de 50 años dedicada al cultivo de café en los fértiles campos del departamento de Quindío.
«Vive una experiencia de la semilla a la taza», indica La Morelia en su web. Lo primero que sorprende es que los cultivos de café se combinan con el banano -como ellos llaman al plátano- «El banano da sombra y permite que los granos de café maduren mejor» comenta Juan Cortés, nuestro guía en el eje cafetero.
No esperes encontrar procesos automatizados. Los campesinos de la zona han desarrollado técnicas de cultivo, recolección y procesamiento del grano, y todo realizado «grano a grano». Aquí todo se procesa manualmente, pese a las nuevas técnicas de la industrialización agrícola masiva.
Una vez más disfrutamos de la amabilidad del pueblo colombiano. Si algo tiene este país es su gente, amable, educada y entregada. Un chico joven de la plantación inicia la visita haciéndonos oler y probar tres tazas de café con diferentes calidades. Un buen sistema para empezar a entrenar el olfato y el gusto.
Iniciamos el recorrido por las plantaciones y mientras nos explican qué son «los colinos» y «las cerezas». Las bayas maduras del café llamaradas «cerezas», son el fruto que produce la planta después de florecer, estas cerezas contienen en su interior dos granos de café.
Son las cinco de la tarde y coincidimos con las trabajadoras que vuelven de las plantaciones después de la recolección. Las «chapoleras» son las campesinas que recolectan el café. Son las mujeres caficultoras y gracias a ellas el café transita desde la semilla hasta la taza.
Existen dos versiones sobre el origen de la palabra chapolera. Algunas interpretaciones dicen que nace de una mariposa a la que le llaman chapola y que vive entre las hojas del café. La otra explicación señala que se le denomina chapolera a la mujer recolectora, por el café cuando está en sus primeras etapas, donde solamente tiene el fosforito y dos hojitas, en ese momento se le dice chapola. Cada chapolera lleva su saco con las «cerezas» recolectadas que serán pesadas manualmente para calcular su jornal.
Los sacos de la recolección se pesan cada día y se anota a mano el peso de café que corresponde a cada chapolera. Esteban, el responsable del pesado anota a mano en una hoja el peso conseguido por persona y tiene la deferencia de enseñarme el documento llamado «Planilla de recolección de café».
Para que tengamos una idea de cuánto pesa la recolección de un día por persona, el peso máximo de hoy es de 147 kg y el mínimo de 74 kg con un promedio de unos 90 kilos. Pregunté a Esteban a cuánto pagan el kilo de café recolectado y la respuesta fue entre 900 y 1.300 pesos colombianos, al cambio actual entre 0,20 y 0,30 € el kilo.
El siguiente paso es vaciar los sacos y echar las cerezas del café a un depósito. Me explica Esteban, que se van regando con una manguera para que se desplacen mejor hasta el siguiente contenedor. En el paso inmediato se quita la cáscara y se lavan los granos que posteriormente serán clasificados y secados en grandes silos con bandejas a modo de invernaderos.
Siguiendo con esta experiencia de visitar una finca cafetera en Colombia, el siguiente paso, es el tueste. En esta fase, el producto adquiere el sabor y aroma por la que reconocemos una taza de café, mediante el procesamiento del grano en hornos. Gracias a ello, se consigue aumentar el tamaño del mismo, reducir su cafeína, perder la humedad y adquirir el color tostado típico que caracteriza el café.
La última fase es el envasado y comercialización que puede ser en grano o molido. La Morelia exporta, entre otros países a EEUU.
La guinda del pastel
Nos queda lo mejor de visitar una finca cafetera en Colombia: degustar un café gourmet y de especialidad, 100% origen Quindío, que como detalla en su web, ha sido galardonado con medallas de plata, bronce, oro y trofeo a la alta calidad de talla internacional.
La visita finaliza cuando se pone el sol y los últimos rayos iluminan las plantaciones de café. Es un momento mágico, acompañado de una degustación de café que todavía lo hace más especial. La guinda del pastel.
Mi capuchino está delicioso y compro café colombiano del que ya conozco mucho más después de esta interesante visita. Mientras lo degusto, pienso en todo lo que hay detrás de esta taza de café… Sin duda, la mejor forma de comprar café en Colombia es hacerlo directamente a sus cultivadores adquiriendo un café único.
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¡Muchas gracias y feliz Colombia!