Casa Amatller es la historia de una familia burguesa catalana. El que sería propietario, Antoni Amatller, era la tercera generación de empresarios. Nacido en 1851, se hizo cargo del negocio familiar de chocolates con apenas 20 años. «Voy a comprar un edificio en Paseo de Gracia. El inmueble del número 101. Se llamará Casa Amatller», le comentó a su hija Teresa. Corría el año 1898 y tras el derribo de las murallas de Barcelona en 1854, Ildefonso Cerdà construyó un nuevo proyecto en la ciudad, ocupando un terreno vacío que se llenó con cuadrículas en chaflán. El elegante bulevar que conectaba la antigua ciudad amurallada de Barcelona con la Vila de Gracia, se denominó Paseo de Gracia.
«Le voy a encargar la remodelación a Josep Puig i Cadafalch», prosiguió el Sr Amatller. «Quiero que rediseñe completamente la fachada. El diseño del mobiliario y los detalles decorativos. Va a necesitar escultores, especialistas en mosaicos, vidrieros y otros artesanos. Tenemos que reunirnos para acabar de definir el proyecto. Será un edificio magnífico, como corresponde a la familia Amatller», concluyó. A finales del XIX y principios del siglo XX, la época dorada de la burguesía catalana, florecen edificios modernistas proyectados por insignes arquitectos. Las familias burguesas lucen su potencia económica y la calle Paseo de Gracia se convierte en una exposición de joyas modernistas al aire libre.
«Tengo varias ideas. Una gran letra «A» rodeada de la flor de almendro junto a una poesía inspirada en esta flor. Debe haber elementos referentes al nombre de la familia. Y un estudio fotográfico…», proseguía entusiasmado. El señor Amatller, además de burgués y empresario, era hombre de grandes aficiones. La fotografía era su pasión y también el coleccionismo. Ello obligó a Puig y Cadafalch a tenerlo muy en cuenta en su construcción. Así se pueden ver en las ventanas del piso principal, en el que vivía la familia, símbolos esculpidos de la industria y las artes y un auténtico estudio fotográfico de la época en la parte superior del edificio.
La obra iba avanzando. Propietario y arquitecto trabajaban conjuntamente y ello se ve reflejado en la fachada. Hubo un contratiempo: el proyecto sobrepasó la altura permitida por la normativa vigente. Aquella tarde, Antoni Amatller llegó a casa muy contrariado. «Nos han parado las obras. El ayuntamiento no firma la autorización. Confío en que Puig pueda resolverlo…». «No os preocupéis, padre», contestó Teresa. Y así fue. El arquitecto resolvió el exceso de altura con un golpe de genialidad. Coronó la casa con una estructura en forma escalonada que recuerda al estilo arquitectónico flamenco. En dos años y coincidiendo con el nuevo siglo, la obra queda finalizada.
El edificio causó una gran sensación. Fue objeto de curiosidad y admiración. La primera de las casas de lo que sería «La manzana de la discordia» junto a la famosa Casa Batlló (1904-1906) de Gaudí y Lleó Morera (1902-1905) de Domènech i Montaner.
Antoni Amatller y su hija Teresa (que vivió con su padre separado, desde los siete años de edad) se instalaron enseguida en la planta noble de la casa, siempre reservada para los propietarios del edificio y con acceso independiente. El resto del edificio se alquiló, como era habitual en la época. Para documentar el interior de la casa, Amatller encargó un reportaje fotográfico a su amigo el fotógrafo Pau Audouard. Gracias a ello, sabemos como era cada una de las estancias y detalles decorativos.
«Padre, podríamos utilizar estas vitrinas para la colección de joyas antiguas», sugirió Teresa a su padre. A lo largo de los años, Antoni y Teresa viajaron intensamente adquiriendo diversos objetos en aquellos países que visitaban. Desde Marruecos hasta Turquía, incluso hicieron un viaje a Egipto en 1909, una proeza en aquella época. Antoni fotografiaba incansablemente escenas durante sus viajes. Teresa fue una fiel compañera de aventuras de su padre.
Antoni Amatller vivió 10 años en su flamante nueva residencia. Murió en 1910, a los 59 años, en su casa de Paseo de Gracia número 41. Supo compaginar a la perfección su exitosa faceta de empresario con los viajes y aficiones. A la muerte de su padre, Teresa fue la heredera universal y con 36 años la única habitante de la casa, que consagró a la memoria de su padre. La empresa familiar pasó a denominarse Hija de A. Amatller y en 1924 se constituyó como Chocolate Amatller S.A. Después de una larga vida dedicada a mantener el patrimonio familiar, Teresa Amatller murió en 1960 a los 87 años, sin haberse casado y sin descendencia.
Después de la muerte de Teresa, el patrimonio completo (incluida la casa de Paseo de Gracia), pasó a ser gestionado por la Fundació Institut Amatller d’Art Hispànic. La Casa Amatller fue declarada monumento de interés históricoartístico en 1976. Una muestra fascinante de la vida burguesa barcelonesa de los primeros años del siglo XX.
Nota: Actualmente Casa Amatller está completamente restaurada siguiendo su esencia inicial. Se realizan visitas guiadas todos los días del año, con una duración de 45 minutos y un precio general para adultos de 24€. Los horarios van desde las 10 de la mañana hasta las 18h y se realizan en varios idiomas. La visita incluye la degustación de una taza de chocolate Amatller. Otro atractivo adicional es la cafetería-restaurante y tienda ubicada en los bajos de la finca: Faborit , empresa independiente de Casa Amatller, a la que se puede acceder directamente desde la calle.
Enlaces de Interés
http://http//www.visitbarcelona.com
https://casessingulars.com/las-casas/casa-amatller/casa-amatller-visitas/
https://www.barcelonaturisme.com/wv3/es/page/74/ruta-modernista.html