El mar es el protagonista de una de las regiones más atractivas de Francia. Sus casi 3.000 kilómetros de costa incluyendo unas 800 islas e islotes, son un buen testimonio. Retorno a mi querida Francia, esta vez en una ruta por Bretaña en tren de Nantes a Quimper. Te invito a recorrer preciosos paisajes y pueblos idílicos, en un viaje para saborearlo y acompañada por una pareja de carriles ferroviarios que me han conducido a lugares hermosos. ¡Bienvenidos a Breizh!
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La Bretaña en tren
Me propongo un viaje diferente y elijo mi región favorita de las trece que conforman la República Francesa. ¿Por qué diferente?. Pretendo escapar de los puntos más turísticos de la Bretaña que ya he tenido la oportunidad de visitar en anteriores viajes. El afamado y único Mont Saint-Michel, a caballo entre tierras bretonas y normandas; la ciudad amurallada de Saint Malo que fue el mayor puerto de Francia en el siglo XVII, la preciosa Dinan… y tantos otros lugares legendarios que recomiendo visitar en un periplo por la Bretaña. En esta ocasión prefiero un viaje más sostenible en tren y transporte público alcanzando la zona suroeste hasta Quimper y partiendo desde Nantes, ciudad históricamente vinculada a la Bretaña.
Mes de junio, en mi opinión ideal para viajar por Europa. La ruta por Bretaña de Nantes a Quimper durará 8 días y recorreré un total de 460 kilómetros, los trayectos más largos en tren y algunos más cortos en autobuses de línea. Los trenes franceses son eficientes, cómodos y asequibles. Las principales ciudades bretonas están conectadas por el TGV (Alta Velocidad) y el TER (Tren Regional). Entre ambos, se pueden recorrer los 1.000 km de vías férreas que se extienden por toda la región.
Francia es un país idóneo para recorrer en tren, viajar sola y por libre y muy recomendable para ir con mascota
Los franceses han ido ganando amabilidad con los años y en este viaje, me ha sorprendido gratamente su cordialidad y excelente predisposición a ayudarme. No recuerdo que fuera así cuando viajaba por Francia con mi amiga Neus, educada en el Liceo Francés y con lengua nativa que nos abría muchas puertas. En aquellos tiempos eran antipáticos e incluso hostiles. Percibo que ha cambiado mucho su actitud hacia el turista y eso es una buena noticia para los que vivimos en Barcelona, es un país susceptible de hacer escapadas por la cercanía a la frontera.
Primer y segundo día: Nantes
Esta bonita ciudad que fue sede del ducado de Bretaña, se encuentra en una región de tránsito desde el Pays de la Loire a Bretaña. Su emplazamiento marítimo, tuvo uno de los puertos más importantes de Francia, y ha hecho de Nantes una de las ciudades más importantes del oeste francés. El patrimonio artístico y cultural es uno de sus principales atractivos y constituye la sexta metrópolis francesa. Es agradable, bonita y está bien cuidada. Su casco antiguo merece un paseo.
Decido pernoctar dos días en Nantes y me muevo en tranvía, el medio de transporte más recomendable en la ciudad. Inicio mi visita en el magnífico castillo de los Duques de Bretaña de finales del XV. Volvió a abrir sus puertas en 2007 después de una importante restauración y coincidiendo con la inauguración del gran Museo de Historia de Nantes. En esta fortaleza medieval nació y se crió Ana de Bretaña, curioso personaje histórico, dicen que muy inteligente y astuta. Se convirtió por dos veces en reina de Francia, muriendo a los 36 años después de 14 embarazos con 7 de ellos fallidos.
Muy cerca del castillo se ubica la catedral gótica del siglo XV, un monumento de esbelta silueta que ha sufrido dos incendios, el último en 2020. Hay que perderse por la ciudad medieval; con sus calles, plazas e iglesias, siguiendo una línea verde que te va llevando hasta los puntos de interés. No dejes de visitar una de las galerías comerciales más antiguas de Europa, las Pommeraye, abiertas en 1843. Y lo más fascinante de la ciudad: Les Machines de L’île. Un proyecto artístico inédito con imaginación y creatividad que se sitúa a medio camino entre los «mundos inventados» de Jules Verne, nacido en Nantes y el «universo mecánico» de Leonardo da Vinci que vivió en la ciudad.
El ingenio más famoso es el Grand Éléphant, que sale de paseo para sorpresa de los viandantes. Con sus 12 metros de alto con capacidad para transportar hasta 50 pasajeros, se ha convertido en el icono de la ciudad. No dejes de visitar el Gran Carrousel des Mondes Marins, un original tiovivo dedicado al mundo marino. Lo disfruté como una niña. Nantes es singular y te detallo en mi artículo 20 curiosidades de Nantes que te sorprenderán todo lo que debes conocer de esta ciudad que no defrauda.
Tercer día: de Nantes a Vannes
Me dirijo a la moderna estación de Nantes para tomar el tren que me llevará a Vannes, mi próxima parada en esta ruta por Bretaña de Nantes a Quimper.
En las estaciones de tren, hay trabajadores de SNCF, la empresa estatal francesa de ferrocarriles, con chaleco rojo asesorando a los viajeros
Mientras estoy mirando la pantalla buscando mi tren, se acerca uno de ellos y amablemente me pide mi billete. «Se ha cancelado este tren, hoy hay huelga». ¡Pues vaya!. Las míticas huelgas francesas… pienso yo. Me ayuda a buscar una alternativa para salir de Nantes y llegar a Vannes y parece que la única opción es pasar por Rennes, la capital de la Bretaña. No la tenía incluida en mi ruta porque ya la conozco, pero su casco antiguo es bonito y no me importa volver.
En un agradable trayecto de una hora y 17 minutos llego a la estación de tren en Rennes. Necesito dejar el equipaje en la consigna durante unas horas, puesto que mi tren a Vannes sale por la tarde. ¡Sorpresa! Actualmente, no hay consignas para equipajes en las estaciones de tren francesas por temas de seguridad. Después de varias vueltas infructuosas, Sylvie de SNCF se presta a guardar mi equipaje en su oficina. ¡Qué amable!. Mil gracias, Sylvie!. Liberada de equipaje, empiezo a caminar hacia el casco antiguo de la ciudad. El centro histórico es una maraña de callejuelas entre viviendas antiguas medievales y recoletas plazas.
La Place du Champ-Jacquet, ubicada en el casco histórico de Rennes es uno de los lugares más bonitos y animados de esta ciudad. Es una encantadora plaza rodeada de pintorescas casas coloridas de entramado de madera del siglo XVII. Es mediodía y hace calor. Un cielo azul intenso me acompaña en mi paseo por Rennes. Me siento a comer algo sin muchas pretensiones, porque dispongo de poco tiempo y el metro me devuelve en pocas paradas a la estación de tren. En una hora de trayecto llegaré a Vannes, mi segunda etapa de esta ruta por Bretaña desde Nantes a Quimper.
Llego a Vannes con sol y calor. Tomo un autobús que en pocos minutos me deja delante del ayuntamiento, justo al lado de mi apartamento. La bonita Vannes es la capital de Morbihan y tiene aires de localidad costera. Con esta tarde radiante, decido ir hacia el puerto deportivo, después de dejar el equipaje en el bonito apartamento. Estoy a 15 kilómetros del Atlántico, en la orilla septentrional del golfo de Morbihan. Disfruto del sol, el olor a salitre y los barcos con bellas casas de piedra de fondo. La Oficina de Turismo está al final del paseo del puerto deportivo pero a estas horas ya está cerrada. Tendré que pensar en buscar un lugar para cenar porque ya son las seis pasadas.
Me dirijo al casco antiguo medieval y atravieso la Porte Saint-Vincent dedicada a San Vicente Ferrer, patrón de la ciudad y la mas prestigiosa de las seis puertas de la ciudad. «Quien tuvo, retuvo» y Vannes fue sede episcopal y capital de la Bretaña. Su muralla medieval es testigo de 150 años de historia militar. Vannes posee un importante patrimonio de casas con entramado de madera y las más antiguas datan del siglo XV.
La Place des Lices es la principal plaza pública del centro medieval y en donde se organizaban los torneos en la Edad Media, alargada e inclinada se acerca al centro histórico. Es peatonal y comunica al norte con la Catedral de Vannes (por la Rue de la Monnaie) y al sur con el puerto (por la Rue Saint-Vincent y la Porte Saint-Vincent). Sin embargo, mi gran descubrimiento en esta plaza fue la heladería Les Fermiers Sablé que ofrece unos helados artesanales épicos, de los mejores que he probado últimamente. No se nota que soy una fan de los helados …
La Place de Henri IV parece sacada de un cuento y la próxima catedral de San Pedro se construyó desde el siglo XV hasta el siglo XIX sobre una antigua catedral románica. La basílica es la sede del obispo de Vannes. Desde Vannes decidí hacer una excursión a Carnac, la extensión megalítica compuesta por 3.000 de menhires. Se puede ir de Vannes a Carnac tomando dos autobuses. El primero te lleva hasta el pueblo de Auray en unos 50 minutos y el segundo hasta el pueblo costero de Carnac. Caminando unos cuatro kilómetros desde el pueblo de Carnac hasta los menhires llegas a esta maravilla megalítica.
Cuarto día: de Vannes a Carnac
Carnac está considerado uno de los lugares prehistóricos más importantes del mundo. Los diferentes alineamientos – alignements- suman 3.000 menhires, ¡todo un paraíso para Obelix! El gigante de Manio -un mehir de 6,5 m de altura- es el más espectacular. Los menhires fueron erigidos entre 5.000 y 3.000 años antes de nuestra era en una de las concentraciones de piedras erguidas más extraordinaria que se conoce. Las alineaciones más importantes son las Menec, Kerlescan y Kermario.
Carnac es una de las capitales mundiales de la prehistoria. Todavía no se ha podido encontrar una respuesta al enigma que plantean los megalitos de Carnac. Algunos consideran que es un conjunto ligado a la realización de cálculos astronómicos y otros creen que se trata de construcciones religiosas. Los alineamientos se remontan a la segunda mitad del neolítico, entre 2800 y 2300 a.C. y se extienden hasta 4 kilómetros, desde la aldea de Ménec a Kerlescan. Se puede visitar el lugar con visita guiada o por libre, recorriendo los alineamientos por carretera o siguiendo una ruta a pie de acceso libre y gratuito.
En la Maison des mégalithes hay una tienda de recuerdos y toda la información necesaria para la visita. En verano hay vistas en español con un coste de 11€ para adultos y 7€ los menores. Hay que consultar días y horarios en la web. A pesar de que he tenido que invertir gran parte del día hasta llegar aquí, estoy contenta de haberlo conseguido en transporte público. Si en tu viaje por Bretaña cae cerca, no dejes de visitar Carnac.
Quinto día: de Vannes a Quimper
Estoy en mi quinto día de viaje en esta ruta por Bretaña de Nantes a Quimper y de nuevo en una estación de tren. Me dispongo a hacer el trayecto de Vannes a Quimper en una hora y veinte minutos. Sigue el buen tiempo y reluce el sol.
En Francia se apuesta por el cicloturismo y los trenes franceses están preparados para llevar bicicletas. ¡A ver si aprendemos de nuestros vecinos!. Da gusto ver cómo los viajeros entran al tren con su bici y pueden dejarla en lugares específicos viajando con comodidad y de forma flexible
Quimper, en bretón Kemper, es la capital del departamento de Finistère y una de las joyas de Bretaña. A orillas del río Odet, ésta encantadora localidad te seduce tan solo con la presencia de su catedral gótica, la catedral de Saint-Corentin, de estilo gótico y construida entre el siglo XIII y el siglo XIX. Sus elevadas agujas se ven desde cualquier punto de la ciudad. Tuve el gran acierto de escoger el alojamiento en una antigua casa de la Rue Kéréon, quizás la más bonita de la ciudad y muy cerca de la catedral.
Quimper quiere decir confluencia en bretón y fue el nombre elegido para llamar a una ciudad en la confluencia de dos ríos: Odet y Steir. Sobre el río hay preciosas pasarelas peatonales adornadas con flores que me llaman la atención, cuando llego caminando de la estación de tren hasta el centro histórico de la ciudad. En Quimper hay que perderse caminando sin rumbo fijo entre sus callejuelas medievales y casitas con entramado de madera. Dejo el equipaje en el apartamento y salgo a la calle pensando en que ha sido un acierto esta ruta por Bretaña de Nantes a Quimper. ¡Me está encantando!
Estoy en el epicentro del casco histórico y rodeada de puntos de interés. Camino por la Rue Kéréon, la más comercial de la ciudad, donde el gremio de los zapateros vendía y trabajaba el cuero y llego a la preciosa Place Terre-au-Duc, que estuvo ocupada por un mercado cubierto hasta finales del XVI. La plaza está bordeada por numerosas casas con entramado de madera y algunas han conservado sus paredes cortafuegos, medianeras de piedra que evitan la propagación de los incendios. En el centro de la plaza hay terrazas de restaurantes para degustar una galettes o crepes.
Y hablando de las exquisitas galettes que me traen loca… Por casualidad, fui a parar a la mejor Creperia de Quimper: Crêperie La Krampouzerie. Está en una de las plazas más bonitas de la ciudad, la Place au Beurre -la Plaza de la Mantequilla- llamada así porque aquí se ubicaba el mercado de este producto y las campesinas venían a vender la mantequilla salada en recipientes de gres. Debo decir que probablemente es la mejor galette salada y dulce que he tomado en mi vida.
Ya está anocheciendo y satisfecha de mi primer día en Quimper, vuelvo a mi apartamento de la Rue Kéréon. Será la ventana con las vistas más bonitas de esta ruta por Bretaña de Nantes a Quimper.
Sexto día: de Quimper a Concarneau
Tomo un autobús al lado de la estación de tren de Quimper que me llevará a Concarneau, un habitual destino vacacional en verano. El autobús llega en 30 minutos y me deja en medio del puerto, uno de los mas ajetreados de Francia. La Ville Close, el casco antiguo, rodeado de murallas medievales y llena de encantadoras casas de piedra. Desde 1905, cada año a finales de agosto, esta ciudad organiza la fiesta «Filets Bleus», una de las reuniones más populares de Bretaña. La atalaya con reloj es el símbolo inconfundible de Concarneau.
Atravieso la muralla y me adentro en el interior de la Ville Close. Busco un restaurante en donde comer los famosos moules et frites -mejillones con patatas fritas- y reservo para las 12, hora de almorzar en Francia. Una calle animada y repleta de tiendas y restaurantes, me lleva al otro extremo en donde salgo hacia el mar y encuentro un ferry que hace un corto trayecto a la otra orilla. Desde aquí la muralla se observa en todo su esplendor.
La recomendación del restaurante que me sugirieron dos señoras en la puerta de una tienda, ha sido un éxito. Ya tenían preparada mi mesa y estaba a punto para degustar los mejillones al Rochefort con patatas. ¡Por Dios, qué manjar! ¡Me saben a gloria!. Recomiendo sin dudarlo el restaurante La Porte Au Vin en la calle principal de la Ville Close de Concarneau. Son amables y tiene una excelente calidad-precio. Después de un paseíto, vuelvo a tomar el autobús que me llevará a Quimper. Me voy feliz de mi sexta jornada en esta ruta por Bretaña de Nantes a Quimper.
Séptimo día: Quimper
Hoy es domingo y mi último día en Quimper. Me levanto y hago lo mismo que en estos últimos días: mirar por la ventana y observar una preciosa panorámica de la Rue Kéréon. Hoy el día amanece nublado, un tiempo mas propio de la Bretaña que los casi 25 grados y sol reluciente que he disfrutado durante todo el viaje. Esta foto se quedará grabada en mi retina para siempre. Ha sido un auténtico placer alojarme aquí y conocer Quimper. Y con estos pensamientos organizo mi última jornada. Es domingo y quisiera visitar el pueblo de Locronan, dicen que uno de los mas bonitos de la Baja Bretaña.
¡Mi gozo en un pozo!. No hay autobuses en domingo para ir a Locronan. Dado que tan solo está a 20 kilómetros de Quimper, intento tomar un taxi pero la desproporción del precio -«es que es domingo», me comenta la chica de la Oficina de Turismo- me hace desistir de ello. Volveré, pienso, y visitaré Locronan en otro viaje. Así que cambio de planes, voy a conocer el barrio de Locmaria, el primer núcleo urbano de Quimper. Para ello inicio un agradable paseo siguiendo la orilla del río Odet.
Agradezco la temperatura y el sol que me acompañan en mi paseo matutino. Me recreo y voy lenta. Paseo, hago una foto, prosigo, vuelvo a parar. Me cruzo con runners y parejas que pasean. Las casas que rodean el río son de piedra y fotogénicas. En realidad no hay una ciudad o pueblo de Francia que no tenga encanto, pienso mientras paseo.
Después de bordear el río durante un buen rato llego al barrio de Locmaria. En la antigüedad, una pequeña ciudad portuaria empieza a crecer sobre el río Odet. Este asentamiento galorromano dio lugar en la Edad Media a la Abadía de Locmaria, con una iglesia románica. En el siglo XVIII comienzan las fábricas de loza de Quimper, muy famosa por su cerámica pintada a mano. La Abadía da su nombre al barrio: Loc Maria, el lugar consagrado a la Virgen.
Es domingo y el barrio está vacío. La Iglesia Notre-Dame cerrada y la fabrica de loza también. Paseo tranquilamente por los alrededores. La fábrica de loza Henriot-Quimper perpetúa el arte de la loza pintada a mano y la tradición de la «decoración a la pincelada». En los talleres de la fábrica, los visitantes pueden descubrir las etapas de la fabricación, desde el pan de arcilla hasta la cocción final. Mis pasos me llevan hasta el Jardín del Priorato. En la Edad Media estas plantas se cultivaban para alimentarse y cuidarse. Ahora está un poco abandonado pero las vistas al río y a las casas de la otra orilla son bonitas.
Vuelvo sobre mis pasos hacia el centro histórico de Quimper y a la altura de la catedral me siento en una terraza a tomar una «Perrier». Corre un directo reconfortante y aprovecho para escribir el cuaderno del viaje. Repaso los detalles de este periplo por la Bretaña en tren, viajando sola. He disfrutado mucho y de todo. Del maravilloso tiempo que ha hecho durante toda la semana. De la amabilidad francesa y de una región preciosa que nunca me canso de visitar, la Bretaña.
Miro por la ventana de mi apartamento en el número 15 de la Rue Kéreon por última vez y me prometo volver a este lugar, porque es tan especial que merece volver acompañada.
Octavo día: Quimper a Nantes
Octavo y último día de viaje. También el último trayecto en tren hasta Nantes de esta ruta por Bretaña de Nantes a Quimper. Dejo mi querido apartamento de la Rue Kéréon. Es pronto y la calle está vacía. Paso por última vez junto a la preciosa catedral y me dirijo hacia la estación de tren. Será un tranquilo trayecto de dos horas y 20 minutos, en el que voy repasando mentalmente este viaje. Ha sido una delicia y todo ha fluido bien. Viajar sola me sienta bien, además me ha acompañado un tiempo magnífico y he conocido lugares de Bretaña que no había tenido la oportunidad de visitar. Mi quinto viaje a esta región a la que volveré porque es mágica y especial. Vuelvo feliz de Francia.
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Bon Voyage!
Alojamientos en la ruta de Nantes a Quimper
Alojamiento en Nantes: LA GRANDE MADELEINE. Bien comunicado, bien decorado y cómodo. Las escaleras de acceso de la finca son lúgubres.
Alojamiento en Vannes: APPARTEMENT CENTRE-VILLE AVEC TERRASSE RUSTIQUE. ¡Magnífico!. En el centro histórico, muy bien decorado con todo tipo de detalle y muy confortable. Un poco caro pero vale la pena.
Alojamiento en Quimper: AGRÉABLE STUDIO EN PLEIN COEUR DE QUIMPER. ¡Increíble ubicación!.En la calle más bonita de la ciudad. Las vistas desde su interior son inolvidables.
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