4 días en Puglia (y una escapada a Matera) en modo “dolce vita”

Puglia es sol, mar y olivos que parecen no acabar nunca. Añádele preciosos pueblos blancos, cuevas y pasta fresca. Bienvenidos a este recorrido de 4 días en Puglia (y una escapada a Matera) en modo “dolce vita”.

“Benvenuti” al tacón de la bota italiana “que pisa fuerte”. 

Imagina un lugar en donde el mar Adriático y el mar Jónico se dan la mano, las casas son blancas como la harina de la pasta, y los olivos parecen tener más años que las historias de los abuelos. Estamos en Puglia, el tacón de la bota italiana, una región que combina playas de postal, pueblos que parecen sacados de un cuento y una gastronomía que te reforzará el significado de “comer bien”. Aquí todo tiene otro ritmo: las siestas son sagradas, la pasta es un ritual y las sobremesas pueden durar más que la propia comida. Sí, estamos en Italia, nuestros primos hermanos.

Entre trullos en Alberobello, acantilados en Polignano a Mare, memorables puestas de sol en Matera y la vida animada de Bari, Puglia es un viaje que se saborea despacio y se recuerda para siempre. 

¿Puglia o Apulia?

Puede parecer irrelevante pero lo verás escrito de ambas formas. Puglia es el nombre en italiano, usado dentro de Italia y en la mayoría de contextos locales y turísticos. Apulia es el nombre en latín, que se usa en inglés y en español, en temas más históricos y académicos.

Originariamente, Apulia es el nombre que usaban los romanos en latín para la región situada en el “tacón” de la península itálica. Con la caída del Imperio Romano, el latín fue evolucionando hacia lenguas romances y el nombre de Apulia sufrió transformaciones fonéticas y se adaptó a la pronunciación local, dando lugar a Puglia. En otras lenguas se ha mantenido la forma latinizada Apulia y en español solemos usarla en textos históricos y Puglia en el contexto moderno, sobre todo turístico o gastronómico. Así que como Apulia suena a historia romana y Puglia a playa y burrata, me quedo con la segunda, puesto que esto es un blog de viajes.

Día 1 – Bari, Polignano a Mare y Monopoli

  • Mañana: Bari, callejea por Bari Vecchia, asómate a la Catedral de San Sabino y la Basílica de San Nicola. En la Via delle Orecchiette verás a señoras amasando pasta como si el tiempo no pasara. Acércate al mar y disfruta del Adriático. 
  • Mediodía: Almuerzo en uno de los locales de las angostas calles del casco antiguo de Bari. 
  • Tarde: Polignano a Mare (30 min), el pueblo de los acantilados que parece hecho para postales. Playa de Lama Monachile, paseo por sus balcones y helado en Il Super Mago del Gelo. Monopoli (17 min), encanto marinero entre murallas y aguas turquesas.
  • Noche: Cena en Monopoli con un buen pescado fresco frente al mar en el puerto. 

Bari, la capital de Puglia

Podríamos decir que Bari es la puerta soleada del sur de Italia. Esta ciudad portuaria capital de la región de Puglia te va a enamorar. El casco antiguo, Bari Vecchia, es un laberinto de callejuelas donde las señoras siguen haciendo orecchiette (esas pastitas en forma de orejita) en la puerta de su casa como si fuera lo mas normal del mundo. Entre aroma a salsa de tomate y ropa tendida, te das cuenta de que aquí la vida no se actúa para los turistas, pasa de verdad. 

Por supuesto está el Castello Svevo, con sus murallas imponentes y la Basílica de San Nicola. Sin embargo, lo mejor de Bari no solo está en sus monumentos, sino en caminar sin mapa, perderse entre sus callejuelas y tomarse un aperitivo con un Negroni junto a alguna de sus especialidades locales. 

Polignano a Mare, donde las casas se asoman al abismo

Si alguna vez has soñado con un pueblo colgado sobre un mar azul imposible, lo más probable es que estuvieras soñando con Polignano a Mare. Este rincón de Puglia es como si alguien hubiera decidido construir un belén … pero en tamaño real y con unas vistas al mar que no olvidarás. 

El centro histórico es un delicioso enredo de calles blancas, balcones con buganvillas, tiendecitas y restaurantes que te reciben con los brazos abiertos. Y luego están los miradores: asómate y verás cómo las olas chocan contra acantilados que parecen esculpidos a mano. 

La playa de Lama Monachile es la postal más famosa: un puñado de guijarros entre dos paredes de roca, con el agua tan transparente que te dan ganas de lanzarte vestida. Si eres de los que gustan de adrenalina, aquí se hacen saltos desde los acantilados (pero ojo, que esto no es para cualquiera). Polignano también es la ciudad natal de Domenico Modugno, el de “Volare”, esa canción que ha cruzado décadas en diferentes versiones. Encontrarás una estatua suya junto al mar con los brazos abiertos, como si invitase a volar o a soñar.  

Remata con una buena cena de pescado fresco, pasta con erizos de mar o cualquiera de las propuestas culinarias. Aquí todo sabe mejor porque lo degustas con el susurro de un acantilado en el Adriático.

Monopoli, el pueblo con nombre de juego

Para los coleccionistas de este juego de toda la vida, aquí encontrarás una edición especial para Monopoli. El nombre viene del griego antiguo Monos Polis, que significa “ciudad única”. En la antiguedad, esta ciudad era un núcleo habitado y fortificado que se encontraba relativamente aislado de otros asentamientos de la zona. Con el paso de los siglos, el nombre se mantuvo, pasando por el latín y las lenguas locales hasta llegar a la forma actual, Monopoli. Su casco histórico es un encantador laberinto abrazado por murallas antiguas. Como en el resto de Puglia, aquí el plan es pasear sin prisa y dejarte sorprender por cada rincón.

Destacan el Castillo de Carlos V del siglo XVI, justo frente al mar y construido para defender a la ciudad de ataques piratas. La Catedral de Maria Santissima della Madia, una iglesia barroca espectacular con un interior elegante y lleno de detalles. La leyenda dice que una imagen de la virgen llegó flotando sobre unas vigas en el mar … y esas vigas aún se conservan. 

El Puerto Viejo (Porto Vecchio) te ofrece postales vivas: barcas de pescadores pintadas de azul, redes secándose al sol y gaviotas curioseando. Ideal para fotos y para sentir el espíritu marinero de Monopoli. Puedes caminar por tramos en las antiguas murallas y descubrir preciosas vistas del mar. Cala Porta Vecchia está justo al lado del centro histórico y es perfecta para un chapuzón rápido.  

Puerto Viejo de Monopoli, Puglia

Día 2 – Alberobello, Locorotondo y Martina Franca

  • Mañana: Alberobello, madrugón para ver los trulli con calma antes de que lleguen los buses turísticos.
  • Mediodía: Locorotondo, pueblo circular con balcones floridos y calles que invitan a caminar despacio. Ideal para comer pasta casera y perder la noción del tiempo.
  • Tarde: Martina Franca, más elegante y señorial que sus vecinas, con palacios barrocos, plazas llenas de vida y una catedral impresionante. Aquí el plan es tomarte un aperitivo en la Piazza Plebiscito viendo cómo la ciudad se tiñe de dorado al atardecer.
  • Noche: Dormir en una masseria cercana para amanecer entre campos de olivos.

Alberobello, el pueblo de los trullos

Si has llegado a Alberobello, creerás que estás en un cuento de hadas. Sus peculiares casitas blancas con techos cónicos te hacen pensar que en cualquier momento aparecerá un duende. Pasear entre calles estrechas, fachadas encaladas y techos puntiagudos te transportan a otra época. Date un paseo sin prisa por los barrios de Monti y Aia Piccola, cada rincón es de postal. Visita el Museo del Trullo y descubrirás cómo se construyen estas casas sin una gota de cemento. Sube al mirador para disfrutar de una panorámica de todo el pueblo. 

Locorotondo, el pueblo redondo

El nombre ya te da una pista: “loco”=lugar y “rotondo”=redondo, porque su casco antiguo tiene forma circular y pasear por él es como girar en una danza de callejuelas llenas de flores, balcones encantadores y casas blancas. ¿Lo mejor? Sentarte en una terracita con vistas al valle de los trullos y pedirte una copa de vino blanco DOC local: entre sorbo y sorbo, aquí todo sabe mejor.   

Locorotondo, Puglia

Además, si te animas a perderte por sus calles empedradas con chianche, la piedra típica de la zona, descubrirás rincones escondidos, pequeñas tiendas con productos artesanales y trattorias del centro histórico que sirven platos caseros muy ricos. 

 

La iglesia Madre di San Giorgio, construida en el siglo XVIII es el templo más importante del pueblo y se alza justo en el centro histórico. Destaca por su fachada de piedra clara y un interior elegante y luminoso.

Iglesia de San Giorgo, Locorotondo, Puglia

Martina Franca, el tesoro barroco de Puglia

En el corazón del valle de Itria, este pueblo tiene ese encanto barroco que te hace perderte entre palacios con preciosas fachadas y maravillosas plazas. Todo está muy bien cuidado y con un aire señorial que lo hace muy fotogénico. Tiene un pasado curioso que explica por qué hoy luce tan elegante. Su origen se remonta a la Edad Media, cuando la gente buscaba sitios altos y seguros para protegerse de las invasiones.

Aquí encontraron una colina perfecta y se instalaron. El nombre viene de San Martín de Tours, su patrón, y de la palabra “Franca” porque en 1310 el príncipe Felipe I de Anjou concedió a sus habitantes exenciones de impuestos y eso atrajo a más gente que quería instalarse en este “pequeño paraíso fiscal de la época”  


Con el tiempo, y especialmente en los siglos XVI y XVII, Martina Franca empezó a prosperar gracias al comercio y a la agricultura. Las familias nobles levantaron palacios barrocos, iglesias y plazas que todavía hoy te dejan impresionado. Aunque los siglos han pasado, ese aire señorial y elegante sigue ahí. En resumen, empezó como refugio medieval y se convirtió en ciudad con privilegios, vivió un boom barroco y hoy es una de las joyas de Puglia.  

Martina franca, Puglia

Sorprende el gran ensanchamiento de piedra de Piazza XX Settembre, con bellos soportales y fachadas, detrás encontramos la Basílica de San Martino, el mayor ejemplo barroco de Martina Franca. Durante el día se puede ver cómo brilla la piedra blanca y con la luz que tuvimos en nuestra visita, aún más.  

Día 3 – Matera, la ciudad de piedra

Seguimos con nuestro recorrido de 4 días en Puglia y salimos momentáneamente de esta región italiana para conocer la perla de este viaje: Matera.

  • Mañana y tarde: Rumbo a Matera (aprox. 1h 30 desde Martina Franca). Los sassi son un laberinto de casas excavadas en la roca, calles estrechas y escaleras interminables. Visita alguna iglesia rupestre y, si puedes, un museo-cueva para entender la vida aquí hace décadas.
  • Mediodía: Pasta con peperoni en una terraza con vistas a los Sassi.
  • Tarde: Cruza al Belvedere di Murgia Timone para un atardecer que parece un decorado de cine (y lo es: aquí se rodó “La Pasión de Cristo”)
  • Noche: Dormir en un hotel cueva y sentir que viajas en el tiempo. 

Si creías que las ciudades talladas en piedra eran cosa de películas de fantasía, espera a conocer Matera, la joya de la región de Basilicata, casi en la frontera con Puglia. Aquí las calles, iglesias y callejones se funde literalmente con la roca: los famosos Sassi son barrios enteros excavados en piedra caliza. Matera es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1993. El reconocimiento es por sus Sassi y las iglesias rupestres que datan de la Edad Media. La UNESCO valoró como uno de los asentamientos humanos habitados más antiguos del mundo: hay evidencias de presencia humana continua desde hace unos 9.000. Además, en 2019 Matera fue Capital Europea de la Cultura, lo que le dio todavía una mayor proyección internacional.

La Catedral de Matera (duomo) situada en lo alto, entre los dos Sassi, ofrece unas vistas espectaculares. El interior es luminoso y elegante, pero lo más impresionante es llegar hasta aquí y ver la ciudad desplegarse a tus pies. Pasear por sus callejones es un poco como perderte en un laberinto vertical: subes, bajas, giras y de repente te encuentras con una coqueta plaza y una geladeria en donde saborear un obligado gelato italiano -en mi opinión los mejores helados- 

Matera al anochecer

Al atardecer, Matera se enciende en tonos dorados y entiendes por qué no sólo es bonita: tiene esa magia de los lugares donde el tiempo se ha detenido. Y qué mejor forma de finalizar el día saboreando una excelente cena en Baccanti Ristorante experimentando un viaje culinario y la atmósfera en una cueva excavada en la roca. Naturalmente auténtico. 

Día 4 – Ostuni

  • Mañana: Ostuni, “la ciudad blanca” que reluce al sol. Callejea, compra cerámica y tómate un espresso en una terraza con vistas al Adriático.
  • Mediodía y tarde: Playa en Torre Guaceto o Punta Prosciutto, el mar aquí es tan claro que no querrás salir.
  • Noche: Regreso a Bari, maleta llena de queso, vino y focaccia para el viaje de vuelta.

La famosa “Ciudad Blanca” estuvo habitada desde tiempos prehistóricos, pero fueron los griegos quienes le dieron el nombre: Astu Néon, que significa la “ciudad nueva”. Luego llegaron los romanos, que también dejaron su huella, y más tarde, en plena Edad Media, la ciudad pasó de mano en mano: lombardos, normandos… y cada uno añadió su propio toque. El momento clave llegó en el siglo XV, cuando una epidemia de peste arrasaba Europa y los habitantes empezaron a blanquear las casas con cal como desinfectante natural. Resultado para la posteridad: un pueblo brillante, limpio y precioso. Hoy este blanco inmaculado sigue siendo su sello de identidad, combinado con callejuelas empedradas, miradores y un atractivo ambiente mediterráneo. 

Interior de la catedral de Ostuni, Puglia

Prepárate para perderte en un laberinto de calles estrechas, pasadizos blancos y escaleras. Cada esquina es una foto. Sube la cuesta hasta la Catedral de Ostuni que data del siglo XV con una mezcla de estilos gótico tardío y renacentista. Su fachada es una joya y, si entras, el interior te sorprenderá por su sobriedad y luminosidad. 

Desde las murallas y varios puntos del centro histórico, tendrás vistas increíbles de campos infinitos y el mar al fondo. A solo unos minutos en coche están algunas de las mejores playas de Puglia, como Torre Pozzella o Lido Morelli, ideales para combinar ciudad y mar. El corazón social de Ostuni, con el Obelisco de Sant’Oronzo, su santo patrón, es perfecta para sentarte en una terraza, pedir un Aperol Spritz, una copa de vino o un café y ver la vida pasar. “Dolce farniente”.

Y hablando de vino y comida, no puedes irte sin probar la burrata fresca, los mariscos, y claro, un buen plato de pasta con aceite de oliva local, que aquí es una religión. Además, Ostuni tiene un montón de restaurantes con encanto donde vas a comer como un rey sin arruinarte.

Antipasti italiano, Puglia

Pasta y gelato: un binomio imbatible

En Italia, la pasta es como el aire: indispensable para vivir. Cada región tiene su forma, su salsa y su orgullo. Las orecchiette, las “orejitas” que enamoran en Puglia son el sello de esta región. Se hacen a mano, y las nonnas pugliesas las forman con un simple cuchillo o con el pulgar, en un movimiento rápido que parece un truco de magia aprendido de generación en generación. 

Las orecchiette en Bari, Puglia

En Puglia es típico ver a las mujeres sentadas en la puerta de sus casas, charlando mientras hacen orecchiette frescas. Es como un espectáculo gastronómico vivo y gratuito

En Italia, el gelato no es sólo un postre, es una religión y en mi caso, una perdición. La diferencia con el helado “normal” está en la textura, más densa y cremosa; la temperatura, un poco menos frío para que el sabor explote en la boca y, sobre todo, en la pasión con la que se hace. Además, en Italia comer gelato no tiene ni edad ni temporada: lo disfrutan los niños, abuelos y ejecutivos trajeados en plena calle. Porque ¿quién puede decirle que no a un pedazo de cielo congelado?

Sorelle Barnaba Country House: buena opción de alojamiento en Puglia

Sorelle Barnaba Country House, Puglia

Este agroturismo está ubicado en Contrada Stomazzelli 46 en el término de Monopoli, rodeado de olivos centenarios y naturaleza mediterránea típica, dentro del Parque rural Lama dei Taveri. Aunque es un remanso de calma, está a solo 5–7 km del centro de Monopoli, a unos 16 km de Polignano a Mare y a media hora en coche de Bari. Una localización excelente para visitar la región.

La finca, que data de principios del siglo XIX, ha sido convertida con gusto en una casa de campo elegante y con personalidad. Tiene seis habitaciones únicas: suites como Pomo, Cavaliere, Pupa, y dependencias como Fico, Millenaria y Coratina, cada una con su propia decoración y espíritu pugliese. Después de un ajetreado día recorriendo Puglia, llegar a este bonito remanso de paz es un final de jornada ideal y puedes cenar en uno de sus comedores con un interesante menú.

Si eres de los que para pocas noches prefieres un único lugar de alojamiento bien ubicado y cerca de los puntos de interés, Sorelle Barnaba es perfecta. No te defraudará.

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Veinte años pueden parecer mucho… hasta que miras atrás y te das cuenta de que han pasado volando entre risas, charlas y momentos que ya forman parte de nuestra historia. Este viaje no ha sido solo una escapada, es un homenaje a nuestra amistad que ha cumplido dos décadas. 

Brindemos por este viaje, por lo vivido y por todo lo que aún nos queda por descubrir. Porque con amigos así, la aventura nunca se termina. ¡Gracias amigos y amigas! ha sido un placer conocer el tacón de Italia con vosotros.  

Beatriz Lagos

Soy Bea.

Me encanta viajar y fotografiar. Viajo desde siempre y siempre que puedo . Conocer , experimentar y rodar por el mundo.

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