Llamada la «Isla de los Dioses», al conocerla, percibes una espiritualidad singular. En la única isla no musulmana de Indonesia, cohabitan religión, cultura y arte en una atractiva trilogía. Sus volcanes, vegetación y arrozales de un verde infinito, te envuelven en una belleza que impregna toda la isla. Tuve la fortuna de conocerla hace décadas y me fascinó. Bienvenidos a Bali viaje a un mundo ideal en los 90.
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Viajar en los 90
¿Cómo era viajar en los 90? Otro mundo… Google Maps no marcaba nuestro destino viajero. Las guías impresas -con la mayoría de destinos internacionales en versión inglesa- eran imprescindibles. No existían ni blogs de viajes, ni redes sociales, ni algoritmos e internet estaba despertando. La fotografía era analógica y recuerdo la emoción de volver a casa después de un largo viaje, para llevar las diapositivas a revelar y ver las imágenes. La magia de esperar el resultado de las fotografías era un incentivo tremendo. No existían las compañías aéreas low cost ni las actuales compañías de los Emiratos árabes (de los que teníamos nula información) por lo que viajar a un destino lejano era caro y complicado, sin duda, patrimonio de pocos.
Recuerdo que en este viaje a Indonesia, volé con las líneas aéreas jordanas con escala en Ammán y te pagaban una noche de hotel para visitar Petra. Por supuesto, pude disfrutar de la capital nabatea prácticamente sola. Se escribían postales para enviar a la familia (las guardo como un tesoro) y a nadie se le ocurría hacer fotos de la comida en un restaurante. WIFI, tarjeta SIM, cobertura o megapixel eran conceptos inexistentes. Pura entelequia. Ciertamente, otra forma de viajar.
La isla de los dioses
Tengo dos opciones. Escribir sobre el Bali de los años 90, cuando tuve la fortuna de viajar a Indonesia, o inspirarme en el Bali actual. El segundo, hoy, es protagonista indiscutible de Instagram. Fotografías y vídeos que reflejan escenarios estudiados, con el propósito primordial de constatar una supuesta maravillosa realidad plasmada en imágenes, que ilustren las galerías de tus redes sociales. Ambas propuestas sobre Bali son válidas e interesantes, aunque me inclino por la primera que guardo con nostalgia en mi memoria.
La isla de Bali en Indonesia, es uno de los destinos más populares. Cuando me enteré de que en uno de esos rincones super fotografiados, simulaban el reflejo de un templo en el agua, siendo en realidad un espejo que amablemente sujeta un autóctono previo pago, reflexioné en cómo la era digital lo supedita casi todo a la imagen.
En los años 90 ya se la conocía como “la isla de los dioses” por los más de 20.000 templos que atesora
También llamada “la isla de la belleza” porque durante décadas ha encandilado a artistas occidentales que creyeron encontrar el paraíso soñado. Las dos definiciones siguen vigentes ya que, a pesar de haberse convertido en uno de los destinos asiáticos mas solicitados y con mayor auge turístico, su poder de atracción sigue intacto.
El Bali de los años 90
Lo primero que me sorprendió al aterrizar en el sencillo aeropuerto de su capital, Denpasar, fue la vestimenta de hombres y mujeres que nada tiene que ver con las indumentarias del resto de Indonesia. Bali es una isla hinduista (hinduismo balines) acorralada en un archipiélago musulmán. Los hombres visten con una falda llamada “sarong” y las mujeres no van cubiertas y lucen coloridos batiks, tejido estampado con una técnica tradicional propia. Bali es color y sonrisas.
Durante los años 90, Bali tuvo su época de esplendor y se presentaba como una isla ideal para aquellas personas independientes, hippies o surferas. Posteriormente se fue diluyendo esta idea y en la actualidad vuelve a presentarse como un paraíso. Estoy feliz de haber conocido «el paraíso» de verdad, sin turismo masivo, ni aglomeraciones, tan sólo disfrutando de un destino auténtico. Porque así era la isla: real y encantadora. En sus rituales de ofrendas no había turistas. En sus carreteras no había atascos. Los niños solo se acercaban a ti para decirte «Hello» con una enorme sonrisa y sus arrozales y paisajes estaban intactos.
Recorriendo la isla
El carácter de Bali se aprecia apenas dejas atrás Denpasar y empieza un recorrido por la isla, en coche o moto -el medio de transporte mas solicitado- llegando a los lugares más interesantes. Es cuando se descubre el Bali rural, lejos de las áreas de mayor concentración turística como son Kuta, Seminyak o Nusa Dua. Recuerdo a las mujeres alineadas en los laterales de las carreteras cargadas con fardos, un paisaje moldeado por interminables terrazas de arroz y maravillosos templos en los que realizan sus rituales de ofrendas con una buena dosis de espiritualidad.
En el centro de la isla, el Pura Ulun Danu Bratan emerge por encima de un lago situado en la caldera del volcán. Su bella pagoda principal de once pisos, como muestra de la delicadeza de Bali, está consagrada a la diosa del agua. El hinduismo balinés ha evolucionado en una religión propia, mezcla de preceptos hindúes clásicos con rituales animistas y toques budistas. Lo fundamental es aplacar a los demonios que pueden llegar por cualquiera de los puntos cardinales. Recuerdo que los accesos a las casas no eran en línea recta para despistar a los malos espíritus. El entorno del lago Bratan invita al recogimiento y al paseo.
Ubud hace 25 años
Conocí Ubud cuando todavía no era el epicentro del lujo en Bali. Por increíble que parezca, no existía ningún hotel, tan solo algún sencillo bungalow. Recuerdo que una criatura que parecía un reptil en medio de la oscuridad, me acompañó durante la noche lanzando unos sonidos que no me dejaron pegar ojo. Por entonces Ubud era el núcleo artístico de la isla. Centenares de asiáticos y europeos vivían en Ubud para continuar la tradición pictórica de Bali. Sigue siendo la ciudad más artística de la isla, con sus numerosas galerías de arte y sus puestos de artesanía balinesa, desde máscaras y marionetas hasta tejidos decorados con batik.
Actualmente, Ubud es también conocido por su ambiente relajado, retiros de yoga y bienestar, así como un excelente punto de partida para explorar la naturaleza circundante, como la Selva de los Monos o el Templo de Tirta Empul.
Los volcanes en Bali
La actividad sísmica de la isla obliga a tener muy en cuenta a sus volcanes. El volcán Batur con 1.717 metros es el más elevado y conocido. Permanece activo y la ascensión hasta su cráter, con un guía, es una de las mejores experiencias de la isla para gozar de uno de los amaneceres, dicen, más memorable del planeta.
El coloso de la isla con 3.142 metros es el volcán Agung, que domina la zona central y su silueta se puede avistar desde las playas del sur
El Agung es sagrado y reverenciado por los balineses y escenario de cánticos y plegarias colectivas durante los numerosos festivales que acontecen en Bali. La explosión de 1963 arrasó media isla pero respetó el complejo hinduísta Pura Besakih, “el templo madre” y el más importante de Bali. Un conjunto de dieciocho templos conectados por escalinatas decoradas con esculturas del siglo XI. El volcán volvió a despertarse hace apenas unos años, registrando una de sus erupciones más explosiva.
El último atardecer de Bali debe reservarse para Tanah Lot, considerado el templo de los templos y coronado por una pagoda de cinco pisos, situado en un islote frente a la costa, al que se accede únicamente con la marea baja. Simboliza la unión de la tierra y el mar.
Bali sigue manteniendo su esencia. Supongo que los niños siguen saludando “Hello, hello…” con una sonrisa limpia, mientras las mujeres transportan encima de su cabeza las ofrendas para los dioses. Sin duda, un viaje a un mundo ideal en los 90.
En aquel viaje de los 90 todos preguntaban qué hacía en Indonesia coincidiendo con las olimpiadas en mi ciudad, Barcelona. Cierto es que tuve tiempo de disfrutar de aquella Barcelona 92 , un evento inolvidable antes de viajar a Asia. Además de Bali, también visité la remota isla de Sulawesi -las antiguas Célebes– para adentrarme en la cultura Tara Toraja. Los vivos conviven con los muertos durante años y tuve la oportunidad de participar en una ceremonia funeraria, una de las experiencias viajeras más impresionantes que he vivido.
Desde aquel viaje a Indonesia de los 90 he tenido la fortuna de volver muchas veces a Asia. He visitado países del Sudeste asiático como Filipinas, en un road trip de 25 días; Malasia, Singapur o Japón,Corea del Sur, China, India, Nepal o Bután entre otros. Asia es mi continente favorito, vasto y diverso. Una diversidad en cultura, historia, naturaleza, gastronomía, hospitalidad y los más preciado: sus gentes. Tengo una buena mochila de experiencias increíbles en Asia. Sin embargo, recuerdo la espiritualidad de Bali como algo único y diferente a todo.
La religión para los balineses
La religión es muy importante para los balineses y está muy presente en su vida cotidiana. Cada mañana en la puerta de las tiendas y locales colocaban en el suelo sus pequeñas ofrendas. En todas las casas existe un altar, donde rendir homenaje a los dioses, espíritus y antepasados.
Los templos (puras en balinés) son el elemento esencial de la sociedad, lugares sagrados donde los balineses acuden a sus rituales. Los casi 20.000 que hay en la isla protegen a sus habitantes de los malos espíritus. Pude presenciar diversos rituales en los templos y todavía lo recuerdo como algo muy especial.
Nota: he podido recuperar algunas fotos en diapositivas que hice de aquel viaje. Todavía no existía la fotografía digital y me iba a viajar con una bolsa cargada de rollos de diapositivas que llevaba a revelar al llegar a casa. Durante todo el viaje no sabías como había quedado el reportaje, algo inédito hoy en día, por la inmediatez con la que consumimos la fotografía. Era otra manera de viajar, quizás más inocente o quizás con más emoción. Sin duda, diferente.
No sé si algún día volveré a Bali pero ya no será aquel mundo ideal de los 90.
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