Sobresaliendo desafiante en el Atlántico, el extremo noroeste de Francia, ha sido durante siglos cultural y geográficamente distinto al resto del país. Este territorio de puro orgullo celta, tiene un pasado cargado de leyendas. Quimper la ciudad mas antigua de la Bretaña tiene un carácter típicamente bretón y es una de las más bonitas de esta auténtica región francesa. ¡Bienvenidos a Quimper!
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Quimper en el contexto de Bretaña
La antigua capital de la Cornouaille, se encuentra en el departamento de Finistère, en la región de Bretaña, al noroeste de Francia, el territorio más occidental del país galo. Su nombre deriva del latín «finis terræ», que significa «fin de la tierra» y en bretón «Cabeza del mundo». Se encuentra a unos 215 kilómetros de Rennes, la capital de la Bretaña y a 230 kilómetros de Nantes, la capital del departamento de Loira Atlántico. Al norte encontramos la ciudad de Brest a unos 70 kilómetros, la más poblada del departamento. Si seguimos más al norte, acaba Francia en aguas del océano, en el Canal de la Mancha que separa el departamento de Finistère de Gran Bretaña.
Conocí Quimper como etapa final de un viaje en tren por la Bretaña partiendo de Nantes. Confieso mi pasión por la Bretaña francesa y siempre que puedo me escapo a esta magnífica región, una de las trece que conforman la República Francesa, junto a los territorios de ultramar. Con su costa escarpada y salpicada de bonitos faros -soy una fan de estos vigilantes del mar- también sus pueblos medievales y herencia celta con cuya música y tradiciones me identifico; Bretaña ofrece una experiencia única para los viajeros. Además, la hospitalidad bretona es un valor añadido en un viaje por esta región.
Cuando nombras a la Bretaña francesa, el primer lugar que te viene a la cabeza no es Quimper. En tu mente quizás aparezca la Costa Esmeralda con Saint Malo, la antigua isla fortificada, la Costa del Granito Rosa o alguno de los preciosos pueblos medievales como Dinan, Vannes o Jesselin. Sin duda, el maravilloso Mont Saint Michel que, aunque pertenece a la región de Normandía, muchos creen que está en Bretaña. La caracterizan su larga y accidentada costa, magníficas playas barridas por grandes mareas y puertos pesqueros como Concarneau, cerca de Quimper.
La capital de Finistère es coqueta, pintoresca, encantadora, tradicional, muy celta y acogedora entre una larga lista de calificativos. Es una ciudad que captura la esencia de Bretaña, con su rica herencia cultural y arquitectónica. En definitiva, Quimper -Kemper en bretón significa confluencia- tiene un carácter típicamente bretón. Y además, aquí podrás degustar algunas de las mejores crêpes de Bretaña. Doy fe de ello.
Breve historia de Quimper
Quimper la ciudad más antigua de la Bretaña, tiene una historia de leyenda. Originariamente fue un asentamiento celta. El rey Gradlon la fundó después de las inundaciones que sufrió la ciudad de Ys, en Douarnenez. El lugar que escogió se encuentra en la confluencia (Kemper en bretón) de los ríos Odet y Steir. El primero serpentea a través de las calles del barrio medieval y lo cruzan puentes bajos adornados de flores.
Durante el período romano, la ciudad se convirtió en un importante centro administrativo y comercial. Sin embargo, su verdadero crecimiento comenzó en la Edad Media, cuando se convirtió en la capital del condado de Cornualles (Cornouaille en francés).
La construcción de la catedral de Saint-Corentin, que comenzó en el siglo XII, marcó un hito significativo en la historia de la ciudad.
A lo largo de los siglos, Quimper se desarrolló como un centro de artesanía, especialmente de cerámica: la loza de Quimper es famosa y se ha producido desde el siglo XVII. La ciudad también se convirtió en un bastión del catolicismo durante las guerras de religión en Francia en el siglo XVI
En el siglo XIX, la llegada del ferrocarril impulsó el crecimiento económico y demográfico de Quimper, consolidándola como un importante centro administrativo y cultural de Bretaña. Hoy Quimper atrae visitantes de todo el mundo con su arquitectura, cultura y tradiciones únicas.
Qué ver y hacer en el centro de Quimper
Llegué en tren a Quimper la ciudad más antigua de la Bretaña en una soleada tarde de julio. Tardé una hora y veinte minutos en hacer el trayecto desde Vannes, la capital de Morbihan y con aires de localidad costera. Me hospedé en la Rue Kéréon, en pleno centro histórico y muy cerca de la catedral. ¡Un gran acierto! Quizás la calle más bonita de Quimper y con unas vistas inolvidables desde el apartamento.
La catedral de Quimper
La impresionante catedral de St. Corentin, data del año 1240, pero desde entonces ha sufrido diversos cambios. Su característica más interesante es el coro formando ángulo con la nave principal. El eje de la nave central y el crucero no están alineados, lo que puede generar una cierta sensación de inestabilidad.
El Rey Gradlon, legendario fundador de Quimper, está inmortalizado con una estatua entre las dos torres delo oeste. Dice la leyenda que Gradlon se retiró a Quimper después de que el demonio hubiera obligado con una treta a su testaruda hija a inundar Ys, su reino.
Los puestos en torno a la catedral y la Place St. Corentin, venden souvenirs. Vale la pena sentarse en alguna de las terrazas como la del Café du Finistère, en un rincón de la plaza. Lo hice en varias ocasiones durante mi estancia disfrutando del buen tiempo, mi Perrier y escribiendo el bitácora del viaje.
Pasear por el centro histórico
Una de las cosas con la que más disfruto cuando visito un pueblo o ciudad medieval es perderme por sus callejuelas sin rumbo fijo. Observar las fachadas, en las que descubres infinitos detalles, imaginar una escena costumbrista de una calle hace cientos de años y trasladarme mentalmente a aquella época. En Quimper es muy fácil puesto que el casco antiguo está muy bien conservado.
Me enamoré de la Rue Kéréon (antigua calle de los zapateros). Al despertarme lo primero que hacía era mirar por la ventana de mi alojamiento y disfrutar de la calle todavía vacía al amanecer o despedirme de ella al anochecer. Piérdete sin rumbo fijo, imagina que eres una bretona del medievo cargada de mantequilla y te diriges a la Place au Beurre para venderla. Los entramados de madera que decoran las casas son preciosos.
En la Place au Beurre -literalmente la plaza de la mantequilla– podrás degustar una excelente galette, especialidad de la gastronomía bretona elaborada con harina de trigo sarraceno. En esta plaza en donde antiguamente se vendía la mantequilla con sal típica de Bretaña, he comido las mejores galettes que recuerdo. Mi crêperie favorita es la Place au Beurre es La Krampouzerie.
Los puntos más interesantes para conocer en el centro histórico de Quimper son:
- La rue Kéréon (antigua calle de los zapateros). Busca alojamiento en esta calle y disfrutaras aú más de casco antiguo de la ciudad.
- Restos de la muralla del siglo XII, hoy se ha perdido casi por completo, pero todavía encontrarás algún tramo y torreón.
- La tienda de artesanía de Cornouaille en la plaza Saint Corentin. Podrás comprar cerámica pintada a mano, muy famosa en Quimper.
- El Museo Bretón, ubicado en el antiguo Palacio de las Évêques antiguo palacio episcopal de Cornualles situado junto a la catedral.
- La plaza Terre au Duc es el lugar perfecto para tomarte una cerveza o sidra bretona en una de sus terrazas, tiene mucho encanto
- Recorre la Rue du Poivre, la Rue Chapeau-Rouge y las casas de entramado de madera de los siglos XVI y XVII de la calle Saint-Mathieu.
Visita el Jardín de la Retraite. Se trata de un jardín botánico ubicado cerca de las murallas, lleno de plantas exóticas traídas por los navegantes bretones del siglo XVI en sus expediciones por las Indias.
¿Qué probar en Quimper?
Si eres fan de los quesos ¡estamos en Francia! Déjate seducir por un buen queso bretón como el popular Tome de Rhuys, que se elabora con leche de vacas bretonas Pie Noir. En la Laiterie Gilbert, en el centro histórico, venden una amplia variedad de quesos desde 1948. Su mostrador es un placer para los sentidos.
Para los golosos como yo, es obligado probar un exquisito dulce bretón en una de sus bonitas pastelerías que parecen boutiques. El ingrediente estrella es la mantequilla y los pasteles y dulces bretones, llamados lichouseries (del bretón lichou, que significa goloso), cuentan con adictos y están muy ricos.
Las galettes y crepes bretonas son mundialmente famosas y Quimper es la ciudad de las creperías. La mayoría se concentran en la Place au Beurre (Plaza de la Mantequilla). Probé varias y me gustaron todas.
Barrio de Locmaria
Siguiendo la orilla izquierda del Odet, al sur de la ciudad y de la catedral de San Corentin, se llega al barrio de Locmaria, el más primitivo de Quimper la ciudad más antigua de la Bretaña.
Mi paseo por la orilla del río por la mañana temprano, con una maravillosa luz y temperatura, fue una delicia. Visité este barrio un domingo y estaba prácticamente vacío y con las tiendas cerradas. Si quieres visitar la fábrica de loza, mejor ir en día laborable. Con la instalación de la fábrica de Loza de Quimper, el carácter obrero del barrio se reafirmó y Locmaria pasó a convertirse en un barrio popular en los siglos XI y XII.
La abadía de Locmaria es el asentamiento cristiano más antiguo de la ciudad. La iglesia abacial de Notre Dame es un ejemplo perfecto del arte románico primitivo en Bretaña.
Henriot-Quimper es una de las empresas francesas más antiguas, creada en 1690 en la época de las manufacturas reales. Calificada como Patrimonio Vivo, es la única heredera del prestigioso patrimonio de la loza de Quimper y de un saber hacer único, reconocido en todo el mundo. Aquí, todo se hace a mano, desde la creación de las piezas hasta la decoración a mano alzada de vajillas, joyas y cuencos. Un recuerdo muy especial de Quimper.
Dos pueblos magníficos en los alrededores de Quimper
A poca distancia de Quimper, se pueden visitar dos de los pueblos catalogados como los más bonitos de Francia: Concarneau y Locronan. Si no dispones de coche, se puede acceder a ambos en autobús público desde Quimper. Así lo hice con Concarneau y fue un agradable viaje recorriendo los casi 30 kilómetros que separan ambas localidades.
Concarneau goza de un rico patrimonio histórico y tiene una ubicación única junto al mar. La ciudad surgió en una antigua isla fortificada, la Ville Close, edificada en un islote rocoso y rodeada de murallas en el siglo XIII y remodeladas en el siglo XVII. Dicha posición estratégica la convirtió en un emplazamiento militar y comercial importante, que con el tiempo fue creciendo con la anexión de varios faubourgs y pueblos vecinos.
En el interior de la Ville Close, bonitas callejuelas rodeadas de restaurantes y tiendas proporcionan encanto a esta ciudad del departamento de Finistère. Disfruté de un almuerzo a base de los típicos mejillones con patatas fritas que estaban buenísimos, bañados en crema de queso en el restaurante La Porte Au Bin y, por supuesto un buen crep de postre. Tengo un recuerdo tan grato de Concarneau, que algún día volveré.
¡Qué deleite en todos los sentidos fue mi jornada en esta villa marinera!
Otra visita imprescindible desde Quimper es el precioso pueblo de Locronan que pertenece al club de la red Petites Cités de Caractère (pequeñas ciudades con carácter) y ha sido galardonado con el distintivo: Pueblos más Bellos de Francia (Les plus beaux villages de France)
En Locronan, la Grand Place, rodeada de mansiones de granito de los siglos XVII y XVIII y sus calles aledañas, son preciosas.
Locronan fue un centro religioso de origen celta y antiguo foco comercial. Actualmente y para conservar la autenticidad de su centro histórico, se ha prohibido la circulación de coches y los carteles de las tiendas son de estilo tradicional. Lástima que decidí visitarlo en domingo y en ese día, no funcionaba el autobús público y el coste de un taxi en día festivo era abusivo. Un motivo más para volver a esta bella región de la Bretaña.
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